El escritor José María Merino, autor de 'El río del Edén'. / J.J. Guillén (Efe)
LITERATURA | ENTREVISTA

José María Merino: «La ficción se está extinguiendo»

Al escritor le apena que la imaginación se sustituya por la cháchara televisiva, el videoclip y los juegos de ordenador

MADRID Actualizado: Guardar
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El escritor y académico José María Merino ama tanto la palabra impresa como las viejas historias, los mitos, los cuentos populares, en suma, todas las expresiones de la tradición oral que se contaban al calor de la lumbre. Para un hombre que ha dedicado toda su vida a cultivar la imaginación, resulta doloroso que la ficción, "el aparato con que el ser humano ha podido comprender el mundo y analizarlo, esté extinguiéndose". Si malo es que la fabulación se bata en retirada, peor aún es el empobrecimiento del léxico, la dictadura del videoclip y el imperio de la instantaneidad. "He sido testigo de ello y puedo decir que los niños de 13 y 14 años no soportan una película de Alfred Hitchcock, el suspense, no aguantan que la solución de un enigma se vaya dilatando". Acostumbrados a los juegos por ordenador, en que las peripecias se suceden a ritmo trepidante, en cuestión de segundos, Merino sostiene que los jóvenes dan la espalda a la prosa y, por añadidura, a una manera de hacer cine.

A Merino, que acaba de publicar 'El río del edén' (Alfaguara), una historia de amor y redención, de traiciones y deslealtades, le preocupa la depauperación del idioma y el menoscabo del imaginario popular. "Cuando yo era joven nos estimulaba ir al diccionario, con el que aprendíamos cosas pecaminosas; el diccionario era una puerta abierta al descubrimiento".

Hoy, por el contrario, prima el juego 'online', la televisión chismosa y la disputa futbolística, cosas todas ellas que apenan al autor de 'El río del Edén'. Una novela en la que autor reivindica un concepto de la felicidad alejada del ideal platónico. A juicio del cuentista, la felicidad no es otra cosa que "la ausencia de desdicha y la falta de carencias". "Ya lo dijo Camus, 'era feliz y no lo sabía'".

'El río del Edén' narra el drama de Daniel, un hombre desolado por la desconfianza, la inseguridad y abocado a la ingratitud. Con un hijo con el síndrome de Down, Daniel aprende demasiado tarde a valorar lo que tuvo, si bien todavía está a tiempo de preservar lo que tiene.

El escritor no quiere desbaratar el misterio, y argumenta que en una misma persona pueden anidar lo mejor y lo peor. El protagonista tiene un lado clemente y otro intolerante.

Merino se ha atrevido a experimentar y ha optado en esta ocasión por un narrador en segunda persona. "Mantengo la teoría de que la segunda persona tiende a detener la narración. Gracias a ella, el lector puede ver dentro del personaje, saber lo que piensa, lo que siente y lo que hace".

A riesgo de incurrir en el tópico, arguye que la poca afición de los españoles por la lectura tiene que ver con la larga vida del Índice de libros prohibidos de la Inquisición. "Incluso fray Luis de Granada, un hombre maravilloso, al que yo admiro, trataba muy mal a la imaginación, pensaba que era peligrosísima". No es extraño que ante tales hechos, 'El Quijote' triunfara antes en Inglaterra y Rusia que en España. "Nosotros lo redescubrimos luego. No en balde, Cervantes hace un libro contra las novelas, en el que dice: 'ojo, no leas que te puedes volver loco'".

"Microrrelatos horrendos"

El escritor de adopción leonesa, que se ha dedicado con sumo agrado a alumbrar microrrelatos, aduce que este género es exigente. Por desgracia, con demasiada frecuencia se confunde la minificción con el aforismo, el chiste y la ocurrencia. "Hay muchísimos microrrelatos horrendos, aunque también es verdad que hay muchas novelas horrendas". En este sentido, discrepa de muchos críticos que han elogiado y elevado a genialidad el célebre cuento de una sola línea de Augusto Monterroso que dice así: "Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí". El texto del centroamericano desmonta, a su entender, uno mucho mejor y de enorme belleza. "Chuang Tzu soñó que era una mariposa, y al despertar no sabía si era Chuang Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa que estaba soñando que era Chuang Tzu".

El miembro de la Real Academia Española y titular del sillón 'm', que cuenta con 71 años, tiene sobrada experiencia de la vida para opinar de los tiempos de zozobra que sufrimos. "Esta crisis es muy dolorosa. Siempre he visto mi país ir a mejor. Y de pronto España padece un súbito parón, no sabemos lo que nos pasa, estamos desconcertados. La época actual es la más desasosegadora y descorazonadora que yo he vivido".

El escritor, que está muy al día del panorama editorial, se congratula de la buena cosecha de cuentistas de que goza la literatura española, aunque, dice, muchos de los que se dedican a la narrativa breve adolecen de dos graves carencias: la deslocalización, "como si situar el escenario de la ficciones en España fuera provinciano", y cierto desdén hacia los clásicos. "No me canso de decirles a mis alumnos de talleres de escritura que para ser de este oficio hay que leer a Dostoievski".

Por lo demás, aprecia una propensión en la nueva hornada de cuentistas a seguir la estela de los narradores norteamericanos, algo de por sí inobjetable -ahí están desde Ambrose Bierce o Carver-, si no fuera porque se están perdiendo el magisterio de Guy de Maupassant o Chéjov.

No suscribe al cien por cien la creencia de que los actuales cuentistas beban más del cine que de la literatura. "Posiblemente el cine tenga mucha influencia, aunque también está en declive entre la gente más joven. El otro día no sé quién decía que la tercera dimensión es el fin del cine. Posiblemente tenía razón. No necesitamos el 3D para disfrutar de una película. Casi ni necesitamos el color. Cuando uno veo una buena película en blanco y negro, me digo: 'caramba, que estupendamente han hecho esto'".