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Sociedad

Carlos Rubio desvela el Japón actual a través de la paradoja de Murakami

«Es tan japonés como el sushi y el té verde», dice de un gran narrador etiquetado como «el más occidental de los escritores japoneses»

MIGUEL LORENCI
MADRID.Actualizado:

El tópico dice que Haruki Murakami (Kioto, 1949) es el más occidental de los escritores japoneses. Pero tras leer con minuciosidad la obra completa de un autor que no le resultaba especialmente atractivo, Carlos Rubio se reconoce como «un converso no exaltado» y asegura que el creador de '1Q84' «es tan japonés como el sushi y el té verde juntos». Esta paradoja es la inspiración y el motor de 'El Japón de Murakami' (Aguilar), un interesante desafío en el que, al hilo de la obra del japonés y eterno candidato al Nobel, Rubio derrumba tópicos para desvelar las muchas contradicciones que conforma la poliédrica realidad japonesa del siglo XXI.

Profesor de literatura japonesa y traductor, conoce bien la lengua del milenario país asiático y ha vivido en Japón los años suficientes -como profesor universitario- para romper la casi infranqueable barrera del 'gaijin', el extranjero. Pero recurre de nuevo a la paradoja y aconseja a futuros visitantes del archipiélago nipón aferrarse a la condición de plena extranjería. «Es otro contrasentido, pero será más efectivo y hará más fácil moverse por Japón exhibir un pleno desconocimiento del lengua y de las costumbres». «A quien está familiarizado con el idioma, al 'extranjero raro', se le reclamará un cumplimento normativo muy exigente y complejo del que se exonera al 'gaijin' ignorante», advierte Rubio.

Su libro es así una múltiple guía literaria, sociológica y cultural de más de 500 páginas de ese Japón que «vemos como la quintaesencia del exotismo y un espejo invertido de nosotros mismos». Se adentra en él «para mostrárselo a los lectores de Murakami» y desvelar su compleja idiosincrasia a través de la obra del escritor y «la superación del efecto quimono» en las letras japonesas. El resultado es un caleidoscopio que mezcla historia, literatura, gastronomía, educación, tradición y singulares hábitos sociales. El escenario más habitual de Murakami, no el único, es el Tokio de rascacielos y neón que nunca duerme que contrasta con el contemplativo Japón de cerezos en flor y templos sintoístas. «Podría parecer, como dice el mismo Murakami, que da la espalda a una cultura japonesa tradicional que le aburre, y no es así».

«Es obvio que sus referencias más reconocibles están deliberadamente en literatura y la música occidental, sobre todo anglosajona, pero al ahondar ves que es profundamente japonés». «No está tan claro que su opción estética lo distancie de los valores, cualidades y comportamientos de su país», sostiene Rubio. Para él, es «mera anécdota» que los personajes de Murakami coman hamburguesas, beban whisky y escuchen jazz». «Es puramente formal, superficial y accesorio», insiste Rubio, que defiende la imbricación de Murakami en la tradición japonesa aunque recurra a temas de los Beatles o Nat King Cole para titular sus novelas, como 'Tokio Blues' y 'Al sur de la frontera, al oeste del sol'.