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MUNDO

El conflicto del Tíbet irrumpe en el congreso del Partido Comunista

ZIGOR ALDAMA
SHANGHÁI.Actualizado:

Los grandes acontecimientos en China representan una de las pocas oportunidades que tienen activistas y grupos minoritarios oprimidos para hacerse oír en el mundo. Sucedió en la antesala de los Juegos Olímpicos de Pekín, cuando la capital de Tíbet acabó en llamas, y ahora es buen momento para llamar la atención de los más de mil periodistas extranjeros que no saben muy bien qué hacer tras la inauguración del 18 congreso del Partido Comunista. Porque después del discurso vacío que el presidente Hu Jintao pronunció el jueves, ayer el rumbo de China ya se debatió a puerta cerrada y lejos de las siempre incómodas cámaras.

Una vez más, han sido los tibetanos quienes han dejado en evidencia una de las grandes sombras del milagro del gigante asiático. Y lo han hecho como acostumbran desde hace meses: prendiéndose fuego a lo bonzo. Entre el miércoles y el jueves se inmolaron seis jóvenes de esa etnia -tres de ellos de 15 y 16 años- en las provincias de Sichuan y de Qinghai, donde se han sucedido manifestaciones contra las políticas de aculturación del Gobierno central. Con estos últimos, el número de tibetanos en llamas desde 2011 se eleva a 69, de los que, según el Gobierno tibetano en el exilio, 60 han muerto.

«Estas protestas pretenden enviar un mensaje claro a la nueva generación de líderes chinos: que los tibetanos van a continuar luchando por su libertad a pesar de los esfuerzos de China por reprimirlos e intimidarlos», dijo en un comunicado la directora de Free Tibet (Tíbet Libre), Stephanie Brigden.