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Trabajadores de la funeraria retiran el cadáver de la víctima. Abajo, imagen de Amaia Egaña junto a su marido. :: MIGUEL TOÑA / EFE
ESPAÑA

«No entendemos lo que ha hecho»

Estaba casada con un exedil socialista de la localidad, cargo que ella desempeñó en Eibar, y era directiva de una empresa de transportes El marido de la víctima de Baracaldo desconocía que iban a ser desahuciados

S. LLAMAS / I. ALONSO
BILBAO.Actualizado:

Iban a quitarle la casa, pero ayer Amaia Egaña lo perdió todo. La vecina de Baracaldo de 53 años que falleció poco después de las nueve y veinte de la mañana tras saltar por la ventana de su cuarto piso conmocionó a todo el mundo con su desesperación. Sorprendió, sobre todo, a sus amigos y conocidos, quienes no estaban al tanto de los problemas financieros de la familia. No en vano, tanto ella como su esposo, el exconcejal baracaldés José Manuel Asensio, mantenían un trabajo estable y parecían disfrutar de una situación económica desahogada junto con su hijo de 21 años.

Pese a todo, una comisión judicial, formada por un procurador, un cerrajero y una patrulla de la Ertzaintza, acudió ayer a su vivienda. Después de llamar al domicilio sin obtener respuesta, la comitiva optó por forzar la puerta. Pero cuando irrumpió en el piso lo único que vieron fue el bolso de Amaia tirado en el pasillo, y una banqueta a los pies de una ventana abierta. La mujer falleció en el acto.

A pie de calle, los vecinos comentaban que este problema «nos va a terminar llegando a todos». Ninguno de los residentes en el bloque en el que residía la mujer sospechaba que pudiera producirse un desahucio en la escalera, aunque algunos propietarios apuntaban que la familia tenía «una pequeña deuda» con la comunidad. «No es nada importante. Son las cosas normales que se cubren entre todos», aseguraron quitándole importancia.

Muy reservada

La muerte de Amaia resume muchas desgracias, sobre todo la de su familia que ayer no se explicaba qué había pasado. «Todo es tan confuso, no entendemos nada todavía», informaba la voz rota y perdida de su cuñado, Iñaki Asensio, sobre la muerte de una mujer que hasta el jueves trabajaba en la empresa Transportes Colectivos, donde era jefa de recursos humanos. «Su marido no sabe nada del desahucio, no entendemos lo que ha hecho», insistía Iñaki. Parece que nadie pudo adivinar la angustia que vivía y menos la radical y trágica decisión que iba a tomar la víctima.

La vida ya había golpeado a Amaia con la muerte de sus dos hermanos mayores. «Uno apareció muerto en casa y el otro se dejó morir sumido en una gran depresión», resume una amiga de la familia. Los pesares no lograron sin embargo borrar la sonrisa de su boca. Hace 21 años nació su único hijo, y en 1990 entró a trabajar en la empresa Transportes Colectivos, de donde llegaría a alcanzar la jefatura de Recursos Humanos.

Antes había hecho carrera política, siempre en el PSE, partido por el que llegó a ser concejal en Eibar en 1986. Fue cuando conoció a su marido, con el que se trasladó a Baracaldo tras renunciar a la reelección como edil. José Manuel tomó el relevó y ocupó el puesto de concejal de Seguridad Ciudadana durante 12 años, uno de los tiempos «más complicados» de su vida. «Todos los días reuniones en su casa, atender llamadas de madrugada, en los tiempos duros además de la violencia y la droga», enumeraba ayer una conocida suya.

Aunque parezca increíble, estuvo en su trabajo hasta el jueves, apenas horas antes de que en un acto desesperado se arrojara por el balcón al vacío. Los miembros del comité de empresa no podían creer que la «alegre» Amaia, que pasó su última jornada entre reuniones, enviando correos electrónicos y actualizando su agenda para los encuentros diarios que mantenía con los representantes de los trabajadores, fuera a poner fin a su vida así.

«Hablamos hasta las doce y media del mediodía y la vi normal, como siempre, no parecía tener ningún problema», sostenía ayer uno de los miembros del comité. Solamente hace dos años debió pedir la baja de enfermedad «por depresión» y, según conocidos suyos, «estaba algo más nerviosa últimamente, pero siempre fue así, explosiva y a la vez muy reservada, con mucho mundo interno».