Boehner coge el mando republicano
El líder de la Cámara de Representantes tendrá que negociar con Obama
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarTerminada la función electoral, Mitt Romney será relegado al ostracismo que el sistema estadounidense asigna a los perdedores en las elecciones presidenciales. Un duro revés si se tiene en cuenta el año que el candidato ha dedicado a erigirse en el nuevo referente de la derecha, los 780 millones de euros gastados en la campaña y los 58 millones de votos que logró con su mensaje de cambio. Pero el partido no tendrá que esperar a ningún congreso extraordinario para encumbrar a un nuevo líder que defienda sus valores en Washington. Ese hombre no es otro que John Boehner, el presidente de la Cámara de Representantes, bajo cuyo mandato se han exacerbado las divisiones entre los dos partidos.
La improductividad del Capitolio, y su popularidad entre los estadounidenses, nunca ha sido tan baja desde el cambio de mayoría registrado en las legislativas de 2010. Los demócratas suelen señalar a Boehner como el gran responsable del bloqueo a cualquier medida enviada por el presidente. Acuerdos clave en materia de impuestos y deuda pública que habrían ayudado a impulsar la economía tampoco prosperaron. Una mirada atenta a los procesos negociadores alumbran a un Obama poco hábil para llevar a su terreno al portavoz y a un Boehner estrechamente vigilado por los cachorros del Tea Party.
Ante el clamor popular para que se dejen a un lado las rencillas partidistas que mantiene paralizado el Congreso, ambos líderes han hecho votos en las últimas horas para cimentar un nuevo proceso que evite, por ejemplo, que a partir de enero los impuestos suban de forma automática a millones de norteamericanos. En un gesto inusual, Boehner, ofreció colaboración en esta y otras materias al presidente. Cuando descendió a los aspectos concretos, llegó a hablar incluso de reconsiderar el rechazo frontal de su grupo de subir los impuestos a los ricos siempre que la nueva Administración acepté reducir el gasto público metiendo la tijera al gasto social. En su editorial, 'The New York Times' se mostraba ayer desconfiado con el supuesto viraje del portavoz hacia posiciones más conciliadoras. «De su mensaje se desprende que nada ha cambiado. Él y su gente no quieren ni hablar de subir los impuestos a las rentas más altas. Su gran aspiración todavía es imponer el grueso programa económico de Romney».
De familia humilde
El hombre que reemplazó como presidente de la Cámara a la demócrata Nancy Pelosi hace dos años, es un experimentado congresista que fraguó su ascenso dentro del Partido Republicano en los años de Bill Clinton en la Casa Blanca, justo cuando la penúltima ola conservadora pilotada por Newt Gingrich, logró desplazar de manera abrumadora a los demócratas del Capitolio. Nació en el seno de una familia católica de once hermanos en Reading (Ohio) y el suyo es el vivo ejemplo del sueño americano. A los 8 años empezó a trabajar en el bar de su abuelo. Su empeño por salir de la situación humilde en la que vivían los suyos lo llevó a la universidad, desde donde saltó luego a una empresa de embalajes de la que acabaría siendo presidente.
Cuando llegó a la Cámara baja dejó para la historia algunas frases que resumen como pocas el sentir de un de la derecha hacia la forma gestionar los asuntos públicos en EE UU: «Estamos siendo testigos de un repudio a Washington, un repudio a un Gobierno con demasiados poderes, y un repudio a los políticos que rechazan escuchar a la gente».