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Dos errores acaban con el récord europeo

El Atlético, con el 'equipo B', cayó en Coimbra después de 16 victorias consecutivas y un año sin perder

AMADOR GÓMEZ
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Solo cinco días después de perder en Valencia y sufrir su primera derrota 23 partidos después, hubo sorpresa en Coimbra y el Atlético de Madrid, el campeón de la Liga Europa, también puso fin a su récord continental de 16 victorias consecutivas y un año sin perder. En Mestalla cayó con los mejores, incluido Falcao, aunque allí el 'Tigre' fue domesticado, y en Coimbra lo hizo con el 'equipo B', con los menos habituales, víctimas de dos graves errores defensivos de Sílvio y Pulido para poner fin a otra fantástica racha de un 'Atleti' que estaba crecido.

Los rojiblancos vuelven a pisar la tierra y, aunque no deben encenderse las alarmas, la derrota en terreno del débil pero animoso Académica obligará al Atlético a disputarse el primer puesto en la República Checa, contra el Viktoria Pilsen, el 6 de diciembre. La brillante trayectoria del defensor del título se vio truncada en el peor momento y frente al rival menos inesperado. Ante un limitado Académica que se aprovechó de un despiste de concentración de Sílvio y de que el inexperto Pulido arrolló a Cissé en el área para conseguir una victoria histórica para el modesto equipo de Coimbra. Y para apagar la suficiencia de la que presumía el Atlético en Europa, donde faltó, además de más claridad en el juego, sobre todo, un goleador. Falcao debe volver a Europa. Y sobraron nervios, sobre todo en una segunda parte en la que el Atlético no fue capaz de controlar el juego ni crear claras oportunidades.

Aunque no mereció tan amplia derrota el Atlético, los de Simeone tuvieron una gris actuación en Portugal, donde el 'Atleti' fue incapaz de superar el sistema defensivo de los locales y tener paciencia para dar algo de emoción al choque. A la desesperada al final, con los jóvenes Pedro Martín y Kader, ni siquiera fue posible reducir diferencias. La primera derrota en Europa también tenía que llegar tarde o temprano, como en la Liga, pero no con tan pobre actuación y escasez de recursos. También duele al Atlético que no haya sido ante un enemigo de renombre, pero debe servir de lección, porque aunque el pase a dieciseisavos no está peligro, sí puede ponerse en riesgo un primer puesto que ahora es el Pilsen.

A pesar de que el gol del Académica llegó en una acción aislada, el Atlético no consiguió dominar con claridad en la primera parte a un rival que cuando se adelantó en el marcador decidió agazaparse atrás hasta el descanso y salió airoso, sin pasar apuros, ante la falta de profundidad de los rojiblancos. Pese a los intentos de Raúl García por incorporarse al ataque, jugando a veces como segundo delantero junto a Adrián, apenas tuvo ocasiones el Atlético en ese período en el que no hubo subidas por las bandas y el ataque pasó casi desapercibido. Con demasiadas imprecisiones, provocadas por los nervios iniciales del equipo de Simeone cuando comprobó que el Académica salió sin miedo ante su afición, aunque el Académica era incapaz de dar un par de pases seguidos y por ello el Atlético no se vio exigido hasta que Sílvio falló en la marca ante Wilson Eduardo.

A balón parado tras un saque de banda, cuando los defensas rojiblancos debían estar más concentrados, Sílvio se durmió ante la puntera de Wilson Eduardo para colocar un sorprendente triunfo local en el marcador. Entonces, la agresividad defensiva de los lusos fue a más, y el primer aviso importante se lo llevó Raúl García, que pudo resultar lesionado en el tobillo ante un pisotón de Cleyton, que se jugó la expulsión. Se esperaba un cambio de aires importante en el segundo tiempo, y lo hubo, pero solo de ambición, porque el buen fútbol siguió sin aparecer y la falta de ideas escaseaba. Y por si faltaba poco, llegó la torpeza de Pulido, que echó al traste cualquier atisbo de remontada. La intentona final resultó inútil, aunque para el Atlético quizás ahora sea bastante mejor olvidarse de plusmarcas. El récord europeo de 16 sigue siendo suyo, y la obligación ahora no es mejorarlo, sino pasar con autoridad a los cruces decisivos.