La pegada rompe al BATE
El Valencia se complicó la victoria por su exceso de confianza cuando ganaba por 3-0, pero fue letal en ataque
Actualizado: GuardarAgarrado al fortín de Mestalla, donde el Valencia está mostrando una gran fiabilidad, el equipo de Mauricio Pellegrino volvió a romper al BATE y dio un paso casi decisivo para los octavos de final. Fue su pegada, forjada en la primera parte en un par de acciones aisladas, con la fortuna de su lado, y su reacción cuando le entró el miedo, lo que permitió al Valencia doblegar de nuevo a un rival que se convirtió en revelación de la ‘Champions’ con su sorprendente victoria ante el Bayern pero que volvió a ser presa relativamente fácil para los españoles. Al final el resultado fue claro, pero de la comodidad se pasó al sufrimiento, porque el Valencia fue víctima de un peligroso exceso de confianza en los locales, cortado de raíz por un segundo gol de Feghouli, brillante en un choque trascendental.
El Valencia confirmó su superioridad ante los bielorrusos, y no con mentalidad conservadora, sino llevando el peso del partido y al ataque, como había prometido su técnico y como suele hacer en Mestalla, frente a un BATE al que permitió crecer la actitud de los de Pellegrino, su falta de intensidad y su descarada relajación. Se creyó tenerlo todo hecho el Valencia con el 3-0 a favor, pero el conjunto exsoviétivo se aprovechó de una jugada a balón parado y grave una pérdida de balón para reducir diferencias y provocar la ira en Mestalla.
Los de Pellegrino volvieron a desplegar eficacia ofensiva pero no tuvieron la intensidad exigida ni continuidad en su sacrificio defensivo. Así, se arriesgó el Valencia a poner en peligro un resultado que le permite mantenerse líder del grupo y jugarse el liderato contra los alemanes el día 20, también en casa. Sin embargo, al final debió emplearse más de lo previsto, cuando los goles de Jonas y Soldado (dedicado a su abuelo recién fallecido) presagiaban una noche muy plácida en el estadio valencianista.
Para asegurar la victoria y reforzar un centro del campo que estaba haciendo aguas en la segunda parte Pellegrino decidió sacar de Banega y prescindir de Jonas, vital en Europa, cuando el brasileño había sido el encargado de desatascar al Valencia y uno de los más destacados del choque. Pero no quedaba otro remedio, porque el Valencia había perdido su sitio en el medio campo y era preciso intentar frenar el ímpetu de los bielorrusos. El Valencia se asentó con la presencia del mediocentro argentino y el equipo pudo tranquilizarse y respirar de nuevo después de muchos minutos de desconcierto cuando el BATE redujo distancias. Sin embargo, la agonía volvió con el error de Gago, a quien robaron la cartera en la frontal del área para poner un inquietante 3-2. Cuando Mestalla ya estaba temiendo un varapalo injustificable por la falta de agresividad y atención de su equipo,, volvió a surgir la dinamita de Feghouli para poner fin a la incertidumbre y acabar otra vez con el BATE tras la goleada en Bielorrusia (0-3).
Se preveía un duelo complicado por lo bien plantado que salió el BATE y por la escasa profundidad del Valencia en unos primeros minutos en los que se pudieron comprobar muy pronto las intenciones de cada uno. El Valencia al ataque, aunque sin un dominio claro, y el BATE defendiendo con mucha solidez intentando aprovecharse de algún contragolpe. Sin embargo, no fueron los bielorrusos los que convirtieron el choque al final en muy difícil, sino la relajación, porque el Valencia se durmió en la segunda mitad, cuando con algo más de interés tras el descanso, aun sin una brillante primera parte, habría logrado un resultado muy convincente. Sin embargo, el Valencia estuvo muy intermitente, con demasiados altibajos. La mejor fase, gracias a Jonas, que se ayudó de la mano para abrir el marcador, e inmediatamente después a un penalti a Guardado sobre la línea. Ahí le sonrió la suerte al Valencia, a quien todo se le puso tan fácil en menos de una hora que se dedicó a sestear y permitió demasiados acercamientos del limitadísimo BATE. Así se abonó al sufrimiento, aunque no le debe venir nada mal para ponerse las pilas.