Imagen facilitada por Cervezas Maier en la que se observa el interior de la fábrica. :: LA VOZ
Sociedad

Cádiz recupera su tradición cervecera

Maier, «una cerveza cañón», que ya se puede adquirir, recupera el nombre de una antigua firma que hubo en la ciudad en el siglo XIX Tres empresarios montan una fábrica en pleno centro para su elaboración artesanal

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La tienda Gades Beer, situada en el casco antiguo de Cádiz, ha comenzado a vender esta semana la cerveza Maier. Con ella, Cádiz vuelve a recuperar su tradición cervecera, una actividad que perdió en 1989 cuando cerró la fábrica de Skol, la Cruz Blanca, como se conocía en la ciudad. Ahora, tres empresarios gaditanos que superan los 40 años han decidido recuperar esta actividad a través de una pequeña fábrica artesanal situada en el casco antiguo, en la calle Cuna Vieja, un pequeño callejón que desemboca en la plaza Gaspar del Pino, donde estaba otro mito de la historia de los bares de Cádiz, La Privadilla.

La historia tiene su aire romántico. El nombre de Maier es un homenaje a Carlos Maier, un alemán afincado en Cádiz y que puso en marcha en 1867 una fábrica de cervezas, gaseosas y aguas de soda. Lo que son las cosas, porque esa misma calle, Zorrilla, alojaría más tarde la cervecería más famosa de la ciudad, la de la Cruz Blanca, de alguna forma heredera de la primitiva construida en Cádiz en el siglo XIX.

Maier tuvo éxito y su fábrica fue creciendo y cambiando de ubicación. Sus herederos, 50 años después, fusionan la empresa con La Austriaca, una cervecera de Cantabria de éxito por entonces. La Austriaca se fusiona con La Cruz Blanca y en 1961 abren en Cádiz la fábrica que hasta 1989 estuvo a la entrada de la ciudad. Aquí, fue uno de los últimos sitios donde se mantuvo la marca La Cruz blanca, que aún sigue dando nombre a muchos establecimientos especializados en esta bebida.

Eduardo Sánchez Vallejo, Javier Ruiz Pellicer y un tercer socio que prefiere mantenerse en el anonimato son amigos desde pequeños. Entre otras muchas cosas, una de sus aficiones comunes es la cerveza. Tanto es así que desde hace tres años se reunían en un garaje de Zahara de los Atunes para elaborar la suya propia. Ahí comenzó a surgir la idea de poner en marcha una pequeña fábrica artesanal siguiendo la estela de otras iniciativas que han surgido en los últimos años en este campo como la que ya funciona en Los Barrios.

En diciembre de 2011 la idea toma forma y comienza la transformación de un local abandonado, el que había ocupado el bar Manolina en una pequeña fábrica artesanal de cerveza con capacidad para elaborar 50.000 litros al año, «lo suficiente», indica Eduardo Sánchez Vallejo, para un negocio previsto con ámbito local. La inversión ha sido de 180.000 euros y la idea es elaborar «una cerveza cañón», el lema que han adoptado para distinguir a su producto» que queremos que sea de calidad y al gusto cervecero de aquí». La imagen de marca ha sido creada también por otra empresa gaditana, el grupo Ingenio. Se ha escogido como símbolo un cañón, como los que había en las esquinas de las calles del casco antiguo.

Miel de la Sierra

Uno de los trabajos desarrollados durante los últimos meses ha sido el de ir elaborando una cerveza «que guste en Cádiz. Aquí no queremos que sea excesivamente amarga». La solución también la han encontrado sin salir del triángulo más sureño de Europa, en la Sierra. Así, han añadido a la fórmula un poco de miel de la Sierra de Cádiz que suaviza el producto.

La cerveza artesanal tiene importantes diferencias con la industrial. Para su elaboración no se utilizan aditivos. Solo lleva la malta que se obtiene de la cebada. Para dar idea de la diferencia, en las cervezas artesanales se emplea cuatro veces más malta que en las industriales. Además, éstas, como no requieren ni grandes movimientos ni mantenerse conservadas mucho tiempo, no se pasterizan con lo que el sabor es más intenso. Al no llevar gas añadido son menos pesadas. La graduación alcohólica es similar a las industriales. La primera que van a comercializar tiene 4,5 grados.

Eduardo Sánchez destaca que otra de las diferencias es que esta cerveza, al no filtrarse, puede ser más turbia. Para evitarlo recomienda tener el botellín en pie un tiempo antes de consumirlo para que así las partículas en suspensión se vayan al fondo de la botella, que no se debe escurrir al echársela para que estos pequeños sedimentos queden en ella. El inconveniente de lo artesano y la calidad de la materia prima viene en el precio. El botellín de un tercio de litro saldrá a 2,65 euros, notablemente superior a las industriales.

La primera cerveza que saca a la venta la fábrica Maier será del tipo Pale Ale, de color bronce claro, más oscuro que las cervezas rubias a las que estamos acostumbrados. La idea es no sacar un único tipo de cerveza, sino tener un par de ellas fijas y después unas cervezas de temporada indicadas para épocas concretas: el Carnaval, el verano y el invierno... El negocio se basará en varios puntos. Por un lado la idea de los empresarios es contar dentro de poco con barriles que se distribuirán en establecimientos de hostelería especializados. A ello se unirá la distribución por botellas también en ámbito especializado y en tiendas de la comarca.

Este grupo de empresarios se ha preparado a conciencia. En los últimos meses han viajado al Reino Unido, uno de lo sitios donde están más desarrolladas estas fábricas artesanales y también a Alemania, donde existe una universidad especializada en este producto y en la que han estado varias semanas adquiriendo conocimientos y experimentando con su producto. La tercera pata del negocio, además de la venta a bares y a tiendas, será la elaboración de rutas turísticas que incluyan la visita a la fábrica, los bares donde se sirve y también lugares de la ciudad relacionados con Carlos Maier, el cervecero del siglo XIX que da nombre a la empresa. Además quieren dar cursillos y vender un equipo con el que los clientes se pueden hacer su propia cerveza en casa.