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ESPAÑA

Griñán se descarta ahora como sustituto de Rubalcaba

El secretario general abre una ronda de contactos con los 'barones' del PSOE para evitar que sus planes descarrilen tras el 25-N

P. DE LAS HERAS
MADRID.Actualizado:

Le ha llevado cuatro días despejar las dudas, pero José Antonio Griñán dejó por fin claro ayer que no aspira a ocupar el sillón de Rubalcaba. Despeja una de las muchas incertidumbres que en estos momentos se ciernen sobre el PSOE, pero no todas. En la cúpula del partido siguen sin respirar tranquilos. Queda pasar el trago de unas elecciones catalanas de seguro pésimo resultado y, después, un comité federal que aún puede ser tenso.

Alfredo Pérez Rubalcaba prepara el terreno, de hecho, para evitar sustos y, tras la ejecutiva de este lunes, abrió una ronda de contactos para hablar con los 'barones' y oír lo que estos tengan que decirle. Sobre la mesa: el calendario para la celebración de las tres conferencias (orgánica, política y económica) que había planeado celebrar de aquí a 2015, a razón de una por año, y por supuesto, aunque no sea él quien abra esa espita, la fijación de la fecha más adecuada para celebrar las primarias en las que debe elegirse al próximo candidato a las elecciones generales.

«Yo tenía una propuesta en la cabeza pero, después de oír el debate de la ejecutiva, la voy a meditar», dijo el lunes tras la reunión que analizó los malos escenarios producidos en Galicia y el País Vasco. En el encuentro, según algunas fuentes, se llegó a plantear la posibilidad de juntar las tres conferencias en una sola. Es decir hacer una suerte de congreso extraordinario 'light' en el que se discutiría de todo menos de quién es el secretario general y quién conforma su ejecutiva.

Eso, lo de quién conforma hoy la ejecutiva socialista, es una de las claves para entender la última crisis interna. Miembros destacados del PSOE de Andalucía aseguran que los movimientos de Griñán buscaban precisamente eso: colocar a algunos de sus colaboradores más próximos en el núcleo de decisiones del partido. Al margen de la presidencia que él ocupa, el cargo andaluz de mayor peso en el equipo de Rubalcaba es el de Gaspar Zarrías, adversario del presidente de la Junta en los últimos congresos y antigua mano derecha de Manuel Chaves.

Chaves quien, por cierto, decidió ayer dar un paso al frente. Abandonó el segundo plano al que, voluntariamente y de acuerdo con Rubalcaba, se había retirado, y conminó a su sucesor a hacer un pronunciamiento explícito para devolver la estabilidad al partido. «Hay que apoyar sin reservas al secretario general y esa es una responsabilidad que debe asumir y que creo que va asumir el PSOE de Andalucía», dijo en los pasillos del Congreso.

Falsa calma

En el entorno del expresidente de la Junta aseguran que llevaba días trasladando un mensaje similar a los colaboradores de Griñán pero que, a la vista de que no servía de nada, se decidió a hacerlo en público. Lo hizo justo en el momento en el que el actual líder de los socialistas andaluces aclaraba en Canal Sur que, a su juicio, todos son responsables de que el PSOE «no tire» y que «el secretario general tiene tanta responsabilidad como toda su ejecutiva, incluido su presidente», o sea, él.

Por conciliador que pueda parecer, los ánimos siguen revueltos y la prueba es que acto seguido dejó claro que la «lealtad» debe ser «recíproca». A eso hay que sumar también el mensaje del líder de los socialistas madrileños, Tomás Gómez. Avisó de que la tregua dura hasta las catalanas, pero que después debe haber cambios profundos «tanto en el modelo ideológico como en rostros».

Tras los comicios del 25 de noviembre se abrirá otro importante debate en el PSOE, el del modelo de Estado. El temor a un conflicto que lastre aún más sus posibilidades electorales ha llevado a Rubalcaba a pasar de puntillas sobre las discrepancias con el PSC. Unas discrepancias graves. Los socialistas catalanes apuestan por transferir la soberanía nacional del pueblo español al catalán, algo que el PSOE no puede asumir.

Tanto es así que el líder de los socialistas extremeños admitió en La Sexta que no es descartable que, tras las elecciones, se rompa la alianza PSOE y PSC. En Ferraz, en cambio, aseguran que no será así y que se limitarán a administrar las diferencias.