Primer sacerdote asesinado en Damasco

Una semana después de su secuestro, los vecinos de Qatana, localidad situada a las afueras de la capital, encontraron el cuerpo del padre Fady Haddad con un disparo en la cabeza, tirado en la carretera. El religioso pertenecía a la Iglesia ortodoxa griega y era un rostro conocido por su implicación en diversos intentos para solucionar la crisis que sufre Siria desde hace 19 meses. Al padre Haddad le capturaron cuando trataba de mediar en la liberación de una persona secuestrada. Se trasladó a la vecina Jedeidet Artouz para tratar de resolver el problema y nunca regresó. Este ha sido uno de los puntos calientes durante los últimos días y el Ejército lanzó una operación que mantuvo esta población rodeada durante varias jornadas.

El Patriarcado de Antioquía y Todo Oriente Medio de los Griegos-Ortodoxos emitió un comunicado de condena «en los términos más rotundos» por este «acto brutal y bárbaro de atentar contra los civiles y clérigos que tratan de ser mensajeros de paz que acercan a los corazones en estas duras condiciones (.) y expresamos nuestra pena por las acciones que presencia nuestro país».

Las alarmas comienzan a encenderse en la comunidad cristiana, que el domingo fue objetivo de un coche bomba en Bab Touma, su barrio más simbólico en plena Ciudad Vieja de Damasco. El Vaticano tenía previsto enviar a una delegación para analizar la situación sobre el terreno, pero el viaje se ha ido retrasando y no hay una fecha concreta.

La minoría cristiana representa el 10% de la población siria y desde el inicio de la crisis los responsables han intentado mantenerse neutrales. El auge de los grupos salafistas yihadistas, sin embargo, les sitúa en el punto de mira junto al resto de confesiones minoritarias.