Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
Un niño observa los restos del atentado suicida cometido el miércoles en el barrio de Tadamon, en el que murieron seis personas. :: M. AYESTARAN
MUNDO

La desconfianza manda en la tregua siria

La oposición teme que el anuncio del cese de los ataques militares durante cuatro días sea una trampa del régimen

MIKEL AYESTARAN ENVIADO ESPECIAL
DAMASCO.Actualizado:

Los niños juegan entre la chatarra calcinada del último coche bomba. Los pedazos de carne humana siguen pegados en las paredes de los edificios del barrio de Tadamon donde el miércoles un suicida mató a seis personas. Amjed Zidan retira el autobús que fue objeto del ataque, apenas queda el chasis. «Me acusaban de trabajar con militares, pero solo llevaba a funcionarios y a empleados de una compañía eléctrica privada, no lo entiendo. Espero que el alto el fuego acabe con esto para siempre», lamenta el conductor abatido.

Seis meses después la palabra tregua vuelve a ponerse sobre la mesa en Siria -el último intento frustrado fue liderado por Kofi Annan en abril- y el Mando General de las Fuerzas Armadas hizo oficial a media tarde el «cese de las operaciones militares durante los cuatro días de la festividad musulmana del Sacrificio». El comunicado matiza que el Ejército se reserva el derecho a responder si los «terroristas», como denomina a los miembros de los grupos opositores armados, «atacan, fortalecen sus posiciones o reciben suministro de armas o personas desde dentro o fuera del país». «Para mí llega un poco tarde. En el ataque perdí a uno de mis mejores amigos. Tuve que recoger sus trozos de la calle», lamenta Ghiaz mientras camina sobre restos de cristales ayudado por los vecinos. Sufre heridas en la pierna y la espalda por culpa de las esquirlas. Los comités populares, formados por civiles armados del barrio, y el Ejército controlan los accesos a Tadamon, un barrio dividido entre leales al régimen y opositores, muchos de ellos armados.

Nada más conocerse el compromiso de las autoridades, representantes del Ejército Sirio Libre (ESL) se sumaron a la propuesta. Qassem Saadeddine, portavoz de las fuerzas rebeldes, aseguró a Reuters que «nuestros hombres respetarán la tregua, pero no permitiremos que el régimen refuerce sus posiciones. Pedimos además la liberación de nuestros presos». Fueron las condiciones planteadas por un portavoz que no representa al sinfín de grupos que componen la oposición armada. El Frente Al-Nusra, vinculado a Al-Qaida y autor de los mayores atentados perpetrados en Siria, se desmarcó inmediatamente de este «juego asqueroso» y declaró que «entre nosotros y el régimen solo la espada decide. Desde que levantamos la bandera de la guerra santa estamos decididos a llevarla hasta el final, hasta la consecución del califato».

El comunicado del Estado Mayor se emitió a las seis en punto de la tarde y la radio nacional lo repitió dos veces de forma consecutiva. Pese a ser víspera de un día festivo, las calles de la capital estaban desiertas. Ni compras de última hora -además del cordero, es tradición que las familias adquieran ropa para los niños y dulces-, ni muestras de alegría por el anuncio de las autoridades. «Es mucho más difícil que en abril. En estos meses la situación ha empeorado y en el lado opositor ha crecido el número de grupos, además tenemos el factor del terrorismo, que ha entrado con fuerza», analiza el miembro la plataforma opositora Construcción del Estado Sirio Annas Joudeh, para quien «lo más interesante será ver el nivel de confianza entre ambas partes».

Miles de desplazados

Entre los rostros más mediáticos del régimen el discurso es uniforme. El doctor Ahmad Haj Ali, fundador y asesor político del partido Baaz, aclara que «este paso es una muestra de la moral de las autoridades. Aceptamos el alto el fuego desde una posición de fuerza, no de debilidad y con el objetivo de que sea la primera piedra para la construcción de la salida a la crisis».

Millones de sirios están pendientes de las posibilidades de éxito de la iniciativa. 19 meses de conflicto han arrasado amplias zonas del país provocando «un número muy importante, pero imposible de determinar de desplazados», según los responsables de la oficina del Comité Internacional de la Cruz Roja, y muchos lo han perdido todo. «Necesitamos el alto el fuego para que la gente pueda al menos intentar regresar a sus lugares de origen y ver si su casa sigue en pie», piensa Joudeh, que, como el resto de los opositores políticos nacionales, intenta distanciarse del discurso oficial y del de los grupos armados rebeldes. En Tadamon las primeras horas del alto el fuego las pasarán terminando de retirar los restos del último atentado que ha golpeado Damasco. Seis personas perdieron la vida y once resultaron heridas. «¿Será el último?», es la pregunta que se formulan los vecinos.