Cáritas no da abasto
La organización atendió en España a 1,8 millones de personas en 2011
MADRID. Actualizado: GuardarLa crisis económica está teniendo efectos devastadores en lo que ya de por sí son más vulnerables. Cáritas atendió el año pasado a 1.800.126 personas en España, 200.000 más que en 2010, lo que representa un incremento del 12%. La memoria anual de la entidad refleja que la pobreza tiende a cebarse en las mujeres y los jóvenes. El secretario general de la ONG, Sebastián Moreno, subrayó que, aunque ha aumentado la pobreza, también lo ha hecho el número de voluntarios. A los individuos ayudados en España hay que sumar los 4,5 millones que fueron auxiliados en terceros países gracias a la cooperación internacional.
Las personas que demandan los servicios de Cáritas pertenecen a familias jóvenes, entre 20 y 40 años y con hijos pequeños a su cargo. Abundan las madres que sostienen hogares monoparentales, los inmigrantes sin papeles y en paro, mayores que se ven obligados a acoger a las familias de sus hijos y varones de unos 40 años con descendencia agobiados por las deudas y los gastos mensuales. Cáritas ha tenido que hacer un esfuerzo importante para ayudar a las familias a sufragar gastos comunes, alquileres y situaciones de desahucio. A juicio del secretario general de Cáritas, si graves son los desahucios, no lo son menos el hacinamiento de personas en una sola habitación o la proliferación de infraviviendas.
En los cinco años que dura la crisis la asociación perteneciente a la Iglesia ha invertido en sus programas sociales cerca de 1.150 millones de euros, de los cuales 250 millones se gastaron en 2011, lo que representa un ligero incremento del 1,28% con respecto al ejercicio anterior. De estos fondos, 166 millones provienen de la aportación de los particulares, que donaron el 66,3%, mientras que las subvenciones públicas de las administraciones representaron el 33,7% (84 millones). Del presupuesto global de 250 millones, la contribución de la Conferencia Episcopal fue de cinco millones de euros.
Mientras las donaciones privadas han crecido año tras año desde que comenzó la crisis (en 2011 aumentaron un 3,48%), las públicas (incluidas las de la UE) se redujeron en más de dos millones de euros. «Las políticas para los más pobres tienen que ser las primeras y prioritarias», dijo Sebastián Mora, quien subrayó que las medidas contra la exclusión no son solo las de acción social, sino también las referidas a la educación, la sanidad y la vivienda.
«Malestar colectivo»
La memoria destaca que en una época de crisis como la actual «se configura una percepción negativa del inmigrante que canaliza hacia ellos un malestar individual y colectivo». El decreto que priva a los inmigrantes de la tarjeta sanitaria ya se está notando. De acuerdo con Mora, los extranjeros tienen miedo a acercarse a los centros sanitarios, dado que se están emitiendo facturas por la atención que reciben. «Ellos no saben qué va a pasar con estas facturas, si van a tener dinero para pagarlas, si les va a influir algo respecto a su estancia o si van a reclamar el importe a su familia», dijo el responsable de Cáritas. De esta manera, muchos extranjeros indocumentados con diabetes, enfermedades pulmonares y cáncer están dejando de recibir los tratamientos y hacerse las pruebas pertinentes. Por añadidura, los inmigrantes tienen el doble de riesgo de caer en la pobreza.
La acogida y asistencia acapara un 16,9% de los ingresos de Cáritas, seguida por el capítulo de mayores (14,09%), empleo (10,8%) y personas sin hogar (8,5%). En cuanto a los mayores, los esfuerzos de la entidad van dirigidos a ayudar a ancianos que no reciben suficiente atención de los servicios sociales y procurar apoyo a los familiares para retrasar en lo posible el ingreso en centros geriátricos.
Cáritas cuenta con 64.251 voluntarios, un número que creció en un 4%. El trabajo no remunerado de estas personas se enfoca a través de 6.000 oficinas parroquiales.