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«El mundo árabe necesita un Siglo de las Luces»
El autor recurre a los «recuerdos y fantasmas» del Líbano de su juventud en 'Los desorientados', su última obra Amin Maalouf Escritor
MADRID. Actualizado: Guardar«Mi mensaje se transmite mucho mejor a través de la ficción», confiesa Amin Maalouf (Beirut, 1949) durante la presentación en Madrid de 'Los desorientados' (Alianza Editorial), la última novela del premio Príncipe de Asturias de las Letras 2010. El escritor libanés recurre a los recuerdos y «fantasmas» de su juventud en su país natal para construir una historia de reencuentros plagada de las dificultades propias en una región tan inestable.
-¿Estamos ante su novela más personal?
-Sin duda, es mi novela más íntima. Si miro con perspectiva mi obra me doy cuenta de que al principio necesitaba escribir sobre siglos remotos, pero ahora tengo una necesidad creciente de hablar de mi propia época.
-¿Qué va a encontrar el lector en 'Los desorientados'?
-Va a encontrar una panda de amigos a los que descubrirá según Adam (protagonista) va estableciendo contacto con ellos. A través de ese grupo de amigos se desvela un periodo de ese pasado de Oriente Próximo del que yo siento nostalgia. Estos amigos han compartido momentos intensos y los van a revivir a través de la memoria y el recuerdo.
-La historia transcurre en Líbano, pero no lo nombra.
-Existen varias razones para esa omisión. La primera fue espontánea, llevaba escrito más de dos tercios del libro y no había citado el nombre del país. Aunque esté muy claro de qué país se trata no quería hacer referencia a comunidades precisas, porque existen otros países que han vivido situaciones similares, como Bosnia.
-La situación en Líbano se ha complicado recientemente por el conflicto sirio.
-La relación que se ha desarrollado entre ambos países desde los años 70 ha sido de una manera malsana. Hubo un periodo de presencia militar masiva de Siria en Líbano y esta situación fomenta las tensiones.
-¿Cree necesaria una intervención internacional en Siria?
-En Siria ha estallado una revolución que se ha vuelto muy violenta con una represión muy cruenta que ya ha ocasionado decenas de miles de muertos. Hubo un momento en que fue posible una intervención relativamente fácil. Pero ahora es más complicado. En la intervención en Libia, que estuvo justificada, no se implicó convenientemente a Rusia y ahora ellos se muestran reticentes. El problema es que no existe ninguna coherencia en la actitud de la comunidad internacional. A veces interviene sin necesidad y otras veces debería intervenir y no lo hace.
-¿En qué punto estamos ahora en la relación Oriente-Occidente?
-La visión del otro no ha mejorado. Tenemos la tendencia de considerar al otro como una cosa uniforme que reacciona toda por igual, pero no es así. La gente que se sublevó contra Gadafi no es la gente que ha atacado el consulado de Estados Unidos en Bengasi. Es muy probable que los que dirigieron ese movimiento violento anti-occidental fuera gente que procedía del antiguo régimen.
-¿Qué le falta al mundo árabe para superar sus conflictos internos?
-Le falta un 'Siglo de las Luces', una revolución voltariana. Hasta hoy, cada vez que ha existido una esperanza ha dado paso a una decepción.
-Usted apuesta por la cultura para lograr la convivencia. Sin embargo, con la crisis económica en Europa se está recortando el sistema de bienestar.
-En el mundo de hoy tenemos un problema de prioridades. Muchos Nobel de Economía han dicho que la reacción a la crisis a través de recortes presupuestarios puede agravar la situación. La idea de la solidaridad está en retroceso, la idea de igualdad también ha sufrido un tremendo retroceso. Vivimos en un mundo del sálvese quien pueda. Si esa visión prevalece a escala europea, los resultados pueden ser totalmente destructivos para el tejido social y para la propia Europa.
-En sus novelas se insiste permanentemente en la idea de tolerancia y reconciliación entre culturas. ¿No se frustra al ver que la realidad dista mucho de esa situación?
-Lo que busco es la convivencia en armonía e intento reflexionar sobre las condiciones que nos permitirían llegar a ese punto. Pero está claro que no evolucionamos en ese sentido. Y no parece que las cosas mejoren. El mundo de hoy no se parece en nada al que yo soñaba. Es un mundo que mejora y avanza tecnológicamente mientras se degrada moralmente.
-Con el actual panorama, ¿se considera pesimista u optimista?
-Me defino como un optimista preocupado.