Mossos de Puig y cabra de todos
Actualizado: GuardarLa policía de partido. Algo así como las SA alemanas de un pasado que mejor no recordar. Así empezaba en Munich el famoso Putsch. Puig quiere copiar las camisas pardas. Aunque él no las usa, observo que las lleva blanca, blancura de colon, catalán de pura cepa, el detergente claro, sí lo hacía el anterior Consejero de interior del tripartito, acompasadas con esas estridentes corbatas, que conformaban el uniforme progre en esa excelsa región española llamada Cataluña. CiU quiere un cuerpo policial a su servicio, sobre la base de que encarna la nación catalana y por lo tanto la única voluntad nacional allí existente. Se les olvida a CiU que la voluntad nacional, en Cataluña y en el resto de España, reside en el pueblo español, del que emanan todos los poderes del Estado.
En ocasiones las palabras delatan. El parecido fonético entre putsch y Puig, quizás hasta en catalán se pronuncien de forma idéntica, pretenden fines parecidos. Aunque los medios son distintos, el fin es claramente un golpe al Estado, que no un golpe de Estado. Aunque a día de hoy, se me antojan confusos los límites entre uno y otro. Putsch de Múnich o Putsch de la Cervecería, consistió en un fallido golpe de Estado entre los días 8 y 9 de noviembre de 1923, llevado a cabo por miembros del Partido Nacional-Socialista Alemán de los Trabajadores. Puig de Cataluña, diferenciando legalidad constitucional y legalidad democrática, incita al delito a los Mossos d´Escuadra y con ello dar un golpe al Estado. Putsch y Puig, golpe de Estado y golpe al Estado, cuando la fonética y la semántica se unen y se diluyen, a favor de una causa para confundirlo todo, mala cosa. Con el Putsch se pretendió contravenir el orden constitucional entonces vigente en la Alemania de Weimar, con el de Puig se pretende subvertir el orden constitucional vigente en España.
La legalidad es única. La legalidad constitucional es la legalidad democrática. La esencia del concepto le impide por naturaleza desglosarse como si fueran dos partes diferenciadas del todo. Ni la Santísima Trinidad entendería esa disfunción conceptual, aunque la paloma se posara en la cabeza del Consejero. Aquella, la paloma, solo acertaría a «deposicionar» en tan reluciente calva. Solo hay una legalidad y la democracia se sustenta en el respeto a la ley. Mucho aprendimos de la Segunda República. Pero para que las cosas no vuelvan a repetirse, para nada más. En aquella sus irresponsables políticos, con la población convertida en masas alocadas y desbocadas, acordaron la llamada justicia popular, sobre la base de lo que ese tal Felipe, que me perdone por no saber su traducción, llama incorrectamente legalidad democrática. Por eso decía nuestro ilustre Ortega, que el problema catalán «no se puede resolver, que sólo se puede conllevar, y al decir esto, conste que significo con ello no sólo que los demás españoles tenemos que conllevarnos con los catalanes, sino que los catalanes también tienen que conllevarse con los demás españoles».
Los Mossos han dicho que cumplirán la Ley y por lo tanto la Constitución. A nosotros siempre nos quedará nuestra insigne cabra de la Legión, que ha aprendido a defender la integridad territorial y el ordenamiento constitucional.