UN LOBBY ANDALUZ
Actualizado:Parece que los catalanes tienen un grupo llamado Emma que se dedica a influir en la opinión pública para que avance la independencia. Debe su nombre a una abadesa del siglo X, hija de Wilfredo el Velloso, que creó un condado en torno a su monasterio. Mantiene un activo blog en inglés y catalán. No sé si su capacidad de influencia es real, o si se trata de una de esas teorías de la conspiración que tanto gustan, pero los hechos son que el asunto soberanista, aupado sin duda por otros medios de prensa nada clandestinos, sino bien instalados y subvencionados, ha conseguido una presencia en la agenda pública nacional, e incluso internacional, nada desdeñable.
Sea como sea, sí parece evidente que sólo desde la superestructura política e institucional es difícil impulsar cambios de relevancia. Es precisa la complicidad de los diversos sectores sociales, la «lluvia fina» que cale en el imaginario colectivo. Las alianzas. Los pactos. Los lobbys.
En este sentido, el presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, ha decidido ponerse en marcha y buscar complicidades en la defensa de los intereses de la comunidad dentro del nuevo modelo de Estado al que, necesariamente, vamos abocados. Andalucía precisa romper el eje Madrid-Barcelona-Bilbao que se va a configurar sin duda después de las elecciones vascas y catalanas, y más en un futuro en el que, se teme, las tensiones territoriales no harán sino aumentar. Después de las comunidades históricas no se puede descartar que otras hagan también su propio discurso del agravio, que Madrid, en primer lugar, o Valencia, cuando salga de su actual marasmo, reclamen su propio pacto fiscal y la quiebra del principio de solidaridad sea completa e irreversible.
Es importante, pues, que la comunidad más grande y más poblada haga valer sus poderes y logre influir en una solución que no orille los intereses de los andaluces. Los hilos se están trenzando. La trama, para que el tejido sea sólido, ha de poner el sentido de Estado, de nuestro 'petit pays', por delante de cualquier otro. Un desafío, pues, que incumbe a toda la sociedad.