Cartas

La soledad de la Infanta

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Dos hechos que nada tuvieron con ver, o quizá sí, con la solemnidad y brillantez de la celebración del día de la Fiesta Nacional llamaron poderosamente la atención. Se interpretó como una reprimenda el aparte que el Rey mantuvo con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, nada más finalizar el acto. Pero lo curioso es que quienes mantienen el significado de las palabras de don Juan Carlos se basan en el movimiento de sus labios. Lo cierto es que nadie oyó lo de «españolizar Cataluña» del ministro de Educación, Ignacio Wert. La Casa Real lo desmiente, lo que no hace sino secundar el afectivo saludo del Monarca al ministro, que todos vimos y lo que es más, creo que nadie puede afirmar que fue dicho en tono reprobatorio o aprobatorio. Por otra parte, no ha dejado de causar perplejidad el que la infanta Elena fuese relegada a la tribuna de los políticos, y precisamente al lado de Rubalcaba, jefe de la oposición. ¿Se equivocó La Zarzuela en el protocolo? Seguramente no, y las cosas debían de ser así. Lo que no quita que la actitud sumisa de la infanta -«este día tenía que llegar»- no dejara de ser conmovedora.