Los cruceros alivian al astillero de Cádiz

Poco a poco el astillero de Cádiz se abre hueco en el difícil mercado de la reparación de grandes cruceros, monopolizado por Francia, Italia y los países nórdicos. No ha sido fácil entrar en este selecto club. Navantia ha tenido que experimentar un importante giro en su línea de negocio para captar la confianza de las grandes navieras del sector. Hasta hace tres años, la planta de la capital estaba especializada en la reparación de los buques militares, además de mercantes, gaseros y quimiqueros, sin embargo, la decisión de la Armada española en 2010 de cancelar su programa de mejora de fragatas y del portaviones Príncipe de Asturias obligó a la compañía a buscar otros nichos de mercado. En muy poco tiempo, el astillero de Cádiz se ha convertido en un referente europeo en la reparación y mantenimiento de cruceros, lo que demuestra el potencial de las instalaciones y la formación de su plantilla, capaz de abordar cualquier tipo de tarea. La primera compañía que apostó por el trabajo de Navantia en Cádiz fue, precisamente, Iberocruceros, que en 2009 delegó en Navantia la reparación de uno de sus buques insignias: el 'Grand Voyager'. El resultado de la operación fue tan satisfactorio que al año siguiente firmaron la puesta a punto del 'Grand Mistral' y del 'Grand Celebration'. De esta forma, el astillero de Cádiz se hizo con una experiencia en el sector que le ha servido de aval para que la prestigiosa Royal Caribbean también contrate los servicios de Navantia para su flota, así como Pullmantur, Azamara y, de nuevo, Iberocruceros, que ha reservado el dique gaditano en 2013 para reparar al 'Grand Holiday' y al 'Grand Mistral'. Mientras tanto, los nubarrones no se alejan de las plantas de Puerto Real y San Fernando, que subsisten ahora gracias a pequeños contratos a la espera de que la compañía cierre nuevos acuerdos con Venezuela o Catar para la construcción de patrulleros.