Sylvia Kristel posa en la playa de Cannes el 13 de mayo de 1977. :: RALPH GATTI / AFP
Sociedad

El último gemido de Emmanuelle

Fallece Sylvia Kristel, que nunca superó su condición de mito erótico

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Ahora que internet suministra toda la pornografía inimaginable es difícil de entender el impacto que 'Emmanuelle' causó en la España todavía gris y gazmoña de la Transición. En realidad, la película de Just Jaeckin conmocionó la libido del planeta entero. La vieron 9 millones de franceses y permaneció en un cine de los Campos Elíseos durante 13 años. Ciento cincuenta millones de espectadores en el resto del mundo jugaron a la transgresión, incluido un camarada de Breznev que acabó de veraneo en un gulag de Siberia por haberse traído una copia clandestina bajo el brazo. En los 70, su protagonista, Sylvia Kristel, era la suma sacerdotisa del erotismo. Ayer falleció en Amsterdam a los 60 años víctima de un derrame cerebral. Un cáncer de garganta y otro de hígado venían carcomiéndole en los últimos tiempos.

Kristel era la mujer idealizada por los miles de españolitos que marchaban en peregrinación a Biarritz y Perpiñán. Estrenada en 1974, 'Emmanuelle' tardó cuatro años en superar la censura y llegar a nuestra cartelera bajo la recién estrenada calificación 'S'. Vendió casi cuatro millones de entradas. Como ocurrió con 'El último tango en París', después se comprobó que el desparrame sexual no era para tanto. La diferencia es que la cinta de Bertolucci sigue siendo una obra maestra y la de Jaeckin una horterada porno-soft, una colección de estampas atrevidas. Hacer el amor en un avión como el no va más de la sofisticación lúbrica.

Adicción a la cocaína

Kristel (Utrecht, Holanda, 1952) quedó fagocitada para siempre por esa icónica imagen suya en el póster, sentada en un sillón de mimbre con los pechos al aire, pelo a lo 'garçon' y collar de perlas. Renegó de la cinta que la convirtió en mito erótico, pero entendió que estaba condenada a volver a ella una y otra vez: en los 90 participó en una serie televisiva sobre el libertino personaje creado por la escritora Emmanuelle Arsan en 1959. Nunca dejó de hacer cine, aunque en los últimos tiempos pagaba las consecuencias de la mala vida.

Las drogas, la enfermedad y los hombres equivocados llenan las páginas de su autobiografía, publicada en 2006 y bautizada con propiedad 'Desnuda': «El título tiene un doble sentido, quitarse la ropa y abrir el alma. Por lo menos, en el libro soy la que decido todo, no dependo de nadie». Estaba acostumbrada a exhibirse desde que, de niña, zascandileaba en el bar que regentaban sus padres en Utrech. A los 17 años ya trabajaba como modelo y a los 21 ganó el concurso de Miss Televisión Europa. Un día acudió a unos estudios parisinos a grabar un anuncio de sujetadores y se equivocó de plató. Just Jaeckin la abordó sin pudor para interrogarla sobre cómo hacía el amor y con qué frecuencia. Y encontró a su Emmanuelle. De la repercusión de aquel recital de jadeos con música de ascensor valga como prueba que el mismísimo expresidente Giscard d'Estaing llegó a proponerle a la actriz que se acostaran, como reveló ella años después.

Según la base de datos del Ministerio de Cultura, en los cines españoles se estrenaron hasta trece largometrajes con el término 'Emmanuelle' en su título, incluido 'Las orgías inconfesables de Emmanuelle', dirigido por el inefable Jesús Franco. Kristel no participó en todas las secuelas; eso sí, su agente solo recibía guiones con heroínas en deshabillé. 'Mata Hari', 'Camas calientes', 'El amante de Lady Chatterlay' -dirigida de nuevo por Jaeckin- y el mayor éxito de su carrera en EE UU, 'La primera lección', donde era una asistenta que daba clases de sexo a un chaval de quince años.

Sus intentos de desencasillarse del cine erótico en títulos como 'El quinto mosquetero' y 'Aeropuerto 80' no tuvieron continuidad. Kristel recuerda en sus memorias su estancia en Los Ángeles como el periodo más turbulento de su vida. Las razones de su infelicidad y de su adicción a la cocaína la retrotraían a la figura de su padre, que abandonó a la familia cuando ella tenía quince años para irse con otra mujer. La actriz reconoce que siempre ha buscado en sus parejas una figura paterna. Por eso su primer marido le llevaba 27 años y el segundo 10.

Kristel deja un hijo de 36 años, Arthur, a quien explicó largo y tendido todo lo que 'Emmanuelle' significó para la gente. «Es bonito que todavía me recuerden, aquella película sirvió para salvar algunos matrimonios y mejorar la vida sexual», se consolaba.