No es un día cualquiera
Actualizado:Solo son veinticuatro horas, mil cuatrocientos cuarenta minutos, ochenta y seis mil cuatrocientos segundos. Raras veces es el mejor de tu vida y en otras ocasiones es para olvidarlo. Puede ser soleado, gris, lluvioso o caluroso. Nos referimos a un simple día. Uno de esos que transcurre de manera alineada junto a tantos, idénticos e imperturbables.
Cada día del año tiene su celebración, y no me refiero al santoral, sino al que sirve de conmemoración o recuerdo de alguna efeméride, de algún hecho destacable o como reivindicación de algo. Es la forma de hacer más visible, aunque solo sea por un día, aquello que tenemos delante de nuestras narices y que por una tozuda ceguera no vemos.
Mañana es el día Mundial del Cáncer de Mama. Sin lugar a dudas no existe ninguna enfermedad en la que los avances científicos, los impensables logros terapéuticos y el aumento de las expectativas de vida de las personas que la padecen hayan avanzado tanto en tan poco tiempo. De ser una enfermedad cruel, silenciosa y a la que el miedo manejaba a su antojo, se ha convertido en la más visible de las neoplasias.
Seguro que en ello tiene mucho que ver el esfuerzo de las Asociaciones de Autoayuda, formadas por mujeres curtidas en las siniestras batallas de su destino. Esa cualidad de feminidad les da un plus de solidaridad y compromiso que no se encuentra en ninguna otra patología. Ese asumir el dolor como parte inseparable de tu existencia, el tuyo y el de los que te rodean, ese compromiso de compartirlo todo, incluso las vivencias tristes de las que se sale con más fuerza, ese saber llorar sin miedo, esas ganas de tirar para adelante sin importarte nada, solo sobrevivir con el apoyo y el ímpetu de los tuyos, son cualidades muy femeninas.
Estos alentadores logros no hubiesen sido posibles sin el compromiso de entrega, más allá de la mera eficiente competencia, de los expertos profesionales de las Unidades de Patología Mamaria. Como puntera, la de nuestro Hospital Universitario Puerta de Mar donde con mimo y cuidados se atiende a todas las mujeres que lo necesitan. Donde se tratan a las pacientes sin importar recortes en tiempo record y con resultados dignos de las clínicas más punteras.
Sirvan estas líneas como homenaje a los que diariamente conviven con el dolor ajeno haciéndolo parte de su existencia y que son capaces de convertirlo, por arte de magia, en una esperanza a prueba de incrédulos. A esos que cambian el dolor por alegría, la frustración por aliento, el negro por el rosa rutilante. Gracias a todos y a todas, y en especial a ti Enrique.