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REFLEXIONES

LA TEORÍA DE LA MANTA

DANIEL GUTIÉRREZ
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Nunca llueve a gusto de todos, y mucho menos en el fútbol, deporte en el que juegan once contra once con tres personas dedicadas a impartir justicia (incluso más), otras dos dando órdenes desde los banquillos y cientos, miles o millones, según la repercusión del equipo en cuestión, poniendo en duda cada paso o decisión que tomas, con o sin balón.

Todo el que entre a formar parte de la familia cadista tiene que ser consciente de que la exigencia es máxima y es muy difícil, casi imposible, dar con la tecla adecuada para tener contentos a todos en todo. Y en eso anda Monteagudo. Intentando dar con esa tecla que más allá de contentar sirva para dotar de la solidez necesaria definitiva a un grupo de jugadores que tienen más calidad de la que están demostrando en muchos casos pero que su mayor pecado es no ser un 'EQUIPO'.

Pasamos de la crítica a los elogios y de los elogios a la decepción en cuestión de días. Y mientras ajustamos un poquito en la portería, otro en los centrales, mucho en la medular y una pizca en la delantera. Lástima que casi siempre la teoría no se explota al máximo en la práctica, algo reservado para privilegiados como el Barcelona de Messi, Iniesta, Xavi, Piqué, Puyol, Dani Alves y Víctor Valdés. Los mortales tienen que ir estirando la manta. Y, como se quejaba el técnico del Cádiz tras el empate ante el Murcia, ahora toca dejar los pies al descubierto para volver a asomar la cabeza por el área rival y mostrar más acierto. Recuperar la chispa, que se dice.

Y mientras se recupera la chispa, la chispa que sigue encendida es la de los aficionados, que no entienden de teoría de la manta, por mucho frío que se espere en invierno. Perder en casa contra el filial sevillista y no ganarle al colista de grupo, que no conoce la victoria, es un lujo que un equipo de la entidad del Cádiz no se puede permitir, independientemente de ajustes o mala suerte. No ya para que sus jugadores no pierdan la confianza que han ganado estas dos semanas, como dice Monteagudo, sino para que no la pierda el público que le debe llevar en volandas a Segunda División.