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ESPAÑA

Uno de cada cuatro españoles quiere acabar con las autonomías

Los partidarios de un Estado unitario se han duplicado en poco más de dos años y los defensores del 'statu quo' caen un 25%

PAULA DE LAS HERAS
MADRID.Actualizado:

Una cuarta parte de los españoles preferiría hoy tener un Estado con un único Gobierno central, sin autonomías. Una tendencia al alza. El incremento de este sentimiento era ya claramente identificable en el barómetro que el Centro de Investigaciones Sociológicas realizó el pasado mes de julio, pero otra oleada, correspondiente a septiembre, ha vuelto a ponerlo de manifiesto; corregido y aumentado. En dos años, el número de defensores del actual Estado autonómico ha caído en más de un 25% y lo más relevante es que lo ha hecho entre los votantes de todos los partidos políticos, prácticamente, con idéntica intensidad.

El ánimo recentralizador es especialmente marcado, como cabría esperar, entre quienes se declaran votantes del PP (llega al 40%) y quienes dicen haber votado a UPyD (36,6%), una formación que, por otro lado, se proclama partidaria del federalismo cooperativo. Pero el porcentaje de simpatizantes del PSOE que se manifiesta abierta e indubitadamente jacobino también se ha multiplicado por dos desde abril de 2010 -es decir, ha seguido la misma estela que los populares- y llega ya al 18%, una cifra que en el caso de los votantes de IU alcanza el 21%, lo que supone cuatro veces más que en la pasada legislatura.

El sondeo, realizado a partir de 2.500 entrevistas durante la semana previa a la gran manifestación independentista de Barcelona, no permite territorializar los datos, pero la última oleada del Centre d'Estudis de Opinió, el equivalente catalán al CIS, ya dejó constancia de que la inclinación creciente hacia un Estado unitario convive con el aumento del sentimiento independentista en Cataluña. Y el barómetro da, en todo caso, una pista clara que abunda en la fotografía de esa polarización: el comportamiento de los electores de Convegència i Unió. En 2010 el 35,6% decía querer «un Estado en el que fuera posible la independiencia»; ahora esa es la opción preferida de más de la mitad de los seguidores de la formación nacionalista (53,2%).

Cambio veloz

Es cierto -como destacó ayer el primer partido de la oposición para quitar hierro a los datos- que aún son mayoría quienes de una manera u otra entienden que el mejor modo de organización territorial es un Estado descentralizado con autonomías. Sin embargo, no deja de ser llamativo lo rápido que están cambiando las cosas. En abril de 2009, la primera vez que el CIS preguntó sobre este asunto utilizando parámetros comparables, casi una quinta parte de los españoles apostaban por un Estado con más competencias para las comunidades autónomas que el actual; ahora ni siquiera uno de cada diez defiende esa opción. Y quienes entonces querían que todo siguiera como estaba rozaba el 40%, mientras que en este momento no llega siquiera al 30%.

Quizá lo que menos haya cambiado, en términos absolutos, sea el número de encuestados partidarios de mantener el sistema descrito de manera somera en la Constitución y desarrollado a trompicones durante las últimas tres décadas, pero con menos competencias. Ahora bien, si se analiza la serie completa puede apreciarse que en tres años se ha ido produciendo un movimiento hacia las posiciones cada vez más restrictivas, es decir, muchos de quienes antes se mostraban conformes con el modelo vigente pasaron por creer que lo mejor era que la Administración central recuperara atribuciones cedidas y ahora han dado el salto al centralismo puro y duro; opción por la que se inclina el 24,5%, frente al 12,10% del primer estudio.

Resulta difícil determinar científicamente las causas de esa evolución, sobre las que el CIS no indaga. En todo caso, el proceso ha ido en paralelo al deterioro de la situación económica, a la percepción pesimista que los ciudadanos tienen de ella, y al descrédito de los políticos, la política y de todas las instituciones, desde el poder ejecutivo hasta la Corona, pasando por el poder judicial y el legislativo.

La crisis, ciertamente, ha hecho estragos. En el barómetro de septiembre un 90% de los españoles tilda ya de malo o muy malo el momento económico, casi siete de cada diez asegura que es peor que hace un año y encima la inmensa mayoría, un 77,3%, está convencida de que no mejorará (es más, el 46,3% cree que empeorará). La pesadumbre ciudadana es clara: en términos interanuales el indicador de confianza ha caído un 23,6% y el de las expectativas algo similar, un 23,8%.