El último rebelde
Progresista y brillante, sus resoluciones no son polémicas, aunque quizás no calibró la repercusión de su auto Santiago Pedraz Juez de la Audiencia Nacional
MADRID. Actualizado: GuardarCon un impecable traje negro y una llamativa corbata turquesa se presentó Santiago Pedraz en el piso 14 del hotel Palestina, en Bagdad. Era enero de 2011, y la ciudad aún supuraba por la herida de la guerra. Ni la frontal oposición de la Fiscalía ni los obstáculos del Gobierno socialista impidieron que el juez cogiera un avión y se plantara en Irak para reconstruir el asesinato del cámara de televisión José Couso.
Con la autorización del Consejo bajo el brazo, Pedraz se salía con la suya y daba en los morros a todos aquellos que habían intentado torpedear la causa en la Audiencia Nacional, según las revelaciones que dos meses antes había hecho Wikileaks. En concreto, cómo altos diplomáticos estadounidenses se pusieron en contacto con jerifaltes de la Fiscalía y del Ejecutivo de Zapatero para frenar la investigación.
Su denodado esfuerzo por impartir justicia, sobre todo en los casos de violaciones de los derechos humanos, fraguó su imagen de juez progresista y tremendamente garantista. Ello, pese a que muchas veces su búsqueda de la verdad se encontrase con un camino de piedras. Ahí están los sumarios por la masacre del Tíbet o su viaje a Guatemala en 2006 para interrogar a sátrapas sanguinarios como Efraín Ríos Montt.
'El decano'
De puertas hacia adentro, sus compañeros le consideran un juez brillante y cercano. Implicado con la imagen de los tribunales y con unas cualidades profesionales intachables. El hecho más objetivo es que en junio fue reelegido decano de los juzgados centrales de instrucción de la Audiencia Nacional. Un nombramiento realizado por sus propios colegas.
Salmantino de 54 años, aterrizó en el tribunal de la calle Génova hace siete años y salvo contadas ocasiones ha sido poco amigo de las polémicas. Es cierto que algunas de sus resoluciones han causado controversia, pero nada que no amplifique el órgano judicial más mediático del país.
Amigo íntimo del denostado Baltasar Garzón -era muy habitual verlos juntos cada mañana en un bar cercano-, la polémica cita del auto de archivo del 25S ha caído, en cierto modo, con bastante sorpresa en el tribunal.
Fuentes cercanas al juez Pedraz aseguran que no calibró las consecuencias de su referencia a la «decadencia de la clase política», pese a que su padre y su mujer son periodistas. Pero es indudable que la coletilla era intencionada y que estaba meditada, incluso un compañero le advirtió el día antes de las consecuencias, pero decidió mantenerla.