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El candidato republicano pone a España como ejemplo a evitar

A. CARAZO
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«No quiero seguir el camino de España». Así de tajante fue el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Mitt Romney, durante el primer debate de la campaña electoral. Sin venir a cuento, y en plena discusión sobre la creación del empleo, el exgobernador de Massachusetts expuso que el Gobierno de Mariano Rajoy dedica «el 42% de su economía» al gasto público, una cuota que en estos momentos también ha alcanzado la Administración Obama.

Para ser más precisos, según datos de Eurostat, España dedica el 43,6% de su Producto Interior Bruto (PIB) al gasto público. Un dato inferior a la media europea, que alcanzó el 49% en 2011, y diez puntos menor que la cuota que destinan Francia, Bélgica o Dinamarca al pago de servicios dependientes de las administraciones. Además, en el caso de la UE, casi la mitad de ese dinero va a subsidios sociales y sanidad, competencias que en el caso de EE UU no corresponden al Ejecutivo de Washington. Cuando Romney comenzó su andadura hacia la Casa Blanca, el aspirante utilizaba el ejemplo europeo para criticar el «derroche» público del Gobierno federal, aunque desde hace unos meses prefiere concretar y referirse al caso griego y al español.

Respuesta gubernamental

«Son analogías poco fundadas en la realidad y poco contrastadas por la experiencia personal de quien las ha hecho», respondió José Manuel García Margallo, ministro de Asuntos Exteriores, tras el debate. Admitió que actualmente España tiene un importante «problema de imagen», que se ha agravado en las últimas semanas tras la polémica portada de 'The New York Times' y el reportaje sobre la miseria en el país.

Por eso, el titular de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, reconoció que uno de los objetivos del Ejecutivo es «corregir la mala percepción» que se puede tener desde el extranjero y no «establecer reproches». La número dos del PP, María Dolores de Cospedal, fue más allá y declaró que España está «en el ojo del huracán porque hay muchas personas interesadas en que el euro no tenga estabilidad y muchos han pensado que lo más fácil es atacar a España».