Saakashvili se resiste a reconocer su derrota en las urnas
El presidente georgiano habla de empate técnico, mientras Ivanishvili se apresura en proclamar su triunfo
MOSCÚ. Actualizado: GuardarEl baile de cifras en los resultados de los sondeos a pie de urna era ayer colosal, pero prácticamente todos, con mayor o menor porcentaje, daban la victoria en las elecciones legislativas georgianas a la coalición opositora Sueño Georgiano, cuyo líder, Bidzina Ivanishvili, es un multimillonario con buenas relaciones con el mundo de los negocios rusos y el entorno del presidente Vladímir Putin. Hasta los medios oficiales tuvieron que reconocer el triunfo del magnate con un 51% de los votos frente a un 41% obtenido por el Movimiento Nacional Unido, la formación que lidera el actual presidente del país, Mijaíl Saakashvili. Sin embargo, la encuesta realizada a la salida de los colegios por ONG internacionales concedía a Ivanishvili una distancia aún mayor: el 70% de los sufragios contra solo un 24% para Saakashvili.
El todavía presidente compareció para reconocer que su adversario le había ganado, pero puntualizó que lo hizo en la votación por listas de partido y no en las circunscripciones en donde se presentan candidatos por el sistema de lista abierta. De acuerdo con la Ley Electoral, en Georgia 77 de los 150 diputados que componen el Parlamento se eligen por el procedimiento de listas cerradas y 73 por circunscripciones uninominales. El primer mandatario georgiano aseguró que de esos 73 escaños, «53 han ido a parar al Movimiento Nacional Unido». «Nuestro sistema electoral está conformado de tal manera que se distribuyen casi equitativamente los votos en el Parlamento por el sistema proporcional y el mayoritario», manifestó Saakashvili.
Pero Ivanishvili no estaba muy de acuerdo con esa supuesta ventaja del partido oficial en las circunscripciones uninominales y se apresuró en proclamar su victoria. «Hemos ganado. El pueblo georgiano ha ganado», declaró exultante. Perder la mayoría en la Cámara situaría a Saakashvili en una situación muy complicada, ya que, según la reforma constitucional de 2010, a partir del año que viene el poder real pasará a manos del primer ministro, cuya designación corresponderá a los diputados. Al haber consumido ya dos mandatos, el actual jefe del Estado deberá retirarse.
Rusia lleva años maniobrando para defenestrar a Saakashvili, condición que considera indispensable para rehacer las relaciones con Tiflis, y vería bien probablemente que fuese procesado y acabase entre rejas por lanzar sus tropas contra Osetia del Sur en 2008.