El Parlamento catalán ultima ya una declaración de soberanía
La Cámara podría fijar un calendario para la convocatoria de una consulta popular con el acuerdo de CiU, ERC, ICV y SI
BARCELONA. Actualizado: GuardarCon la celebración entre mañana y el jueves del debate de política general en el Parlament, la novena legislatura de Cataluña entrará en su fase decisiva y puede que final. Lo hará de forma contundente, haciendo suyo el clamor independentista de la multitudinaria manifestación del pasado 11 de septiembre en Barcelona. Las fuerzas soberanistas aún no han consensuado el texto de conclusión del debate, pero trabajan en un pronunciamiento a favor de que los ciudadanos catalanes puedan ejercer el derecho a decidir su futuro que será todo un desafío para el Gobierno central.
Tras agotar la vía del pacto fiscal, Artur Mas prepara los escenarios del «cambio de rasante», entre los que está una declaración conjunta el jueves que viene, el día que se votan las resoluciones, que iría más allá del reconocimiento del derecho de autodeterminación de Cataluña, ya que eso ya lo ha proclamado el Parlament en otras ocasiones. CiU, ERC, ICV y Solidaritat negocian un texto, según reconoció ayer Oriol Pujol (CiU), que expresaría de forma inequívoca la voluntad del pueblo catalán de pronunciarse respecto al vínculo con el Estado español y que estaría basado en el lema de la marcha de la Diada: 'Cataluña, nuevo Estado de la Unión Europea'. Lo que no será, dijeron desde Unió, es un brindis al sol.
Además, en la resolución, las fuerzas nacionalistas podrían incluir un calendario concreto para llamar a la ciudadanía de Cataluña a votar sobre su futuro. La potestad de convocar referendos la tiene en exclusiva el Gobierno central, aunque la Generalitat, con ayuda de ERC, ultima una ley de consultas populares para poder conocer la opinión de los catalanes sin necesidad de que lo apruebe el Ejecutivo de Madrid. En principio, estas consultas no tendrán carácter de referéndum, no serán vinculantes y no tomarán el censo electoral como referencia, sino el padrón municipal. En cualquier caso, el resultado de la misma tendría un valor muy simbólico y buscaría presionar para la eventual convocatoria de un referéndum, en este caso por parte del Gobierno, como los dos que se celebraron en Quebec o el que está previsto en Escocia en 2014.
El debate de política general del Parlament servirá además para fijar cómo están las alianzas entre el Govern y las demás fuerzas. CiU, que no tiene mayoría absoluta en la Cámara catalana, lleva casi dos años practicando lo que Mas definió como geometría variable. Esto, en la práctica, ha supuesto acuerdos con el PP en asuntos económicos, y con ERC en los identitarios.
Las cuentas
El pronunciamiento inequívocamente soberanista del jueves impedirá un nuevo acuerdo en los presupuestos de 2013 entre el Gobierno catalán y el PP, pero el fantasma de que la Generalitat anuncie nuevos recortes sociales imposibilitará a ERC dar su apoyo al Ejecutivo catalán. El Govern, por tanto, deberá decidir si prorroga las cuentas catalanas y estira la legislatura o convoca elecciones a dos años del final del mandato. Todo apunta a que optará por el adelanto, teniendo en cuenta que el gran objetivo de Mas, el pacto fiscal, chocó contra los muros de La Moncloa.
En poco o nada cambia el escenario la oferta de diálogo lanzada el sábado por parte de Mariano Rajoy desde Galicia porque desde CiU la califican de «poco creíble». «Si fuera de verdad les toca al Partido Popular y al señor Rajoy mover ficha», adujo Oriol Pujol. Que previsiblemente habrá elecciones lo refrenda además el hecho de que Convergència i Unió ha reservado ya el Palau Sant Jordi de Barcelona, el gran escenario electoral en Cataluña, para el viernes 23 de noviembre. El 25 de ese mes es una de las fechas posibles para los comicios, aunque la federación nacionalista ha presolicitado también el recinto para otra decena de fechas entre diciembre y julio.
El debate que empieza el martes, que vendrá marcado además por la delicada situación financiera de Cataluña, que ha solicitado una ayuda de 5.023 millones para hacer frente a sus vencimientos de deuda de aquí a final de año y que no descarta solicitar un nuevo rescate el año que viene, será la piedra de toque de la dirección que emprenda CiU. Mas siente la presión de la calle para saltarse pasos en el proceso de transición nacional, aunque por otro lado recibe los toques de alerta por parte del empresariado que teme que la deriva soberanista pueda complicar o retrasar la salida de la crisis. De momento, CiU no descarta nada ni aclara cuál será el eje principal de su programa.