opinión

Barcos para la Bahía

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La dirección de Navantia y de la SEPI han arriesgado mucho al anunciar en Cádiz la posibilidad de cerrar en breve dos grandes contratos para los astilleros de la Bahía. La seguridad de que ambos acuerdos serán una realidad tiene que ser absoluta porque, de lo contrario, no se entiende esta llamada a la esperanza. El presidente de Navantia, José Manuel Revuelta, y el responsable de la Sociedad Española de Participaciones Industriales (SEPI), Ramón Aguirre, saben muy bien que la situación no está para faroles en un momento tan crítico como el que viven las plantas gaditanas de San Fernando y Puerto Real. Navantia no ha logrado un nuevo contrato para la Bahía en materia de construcción naval desde el año 2006. La cartera de pedidos se cerró entonces con los ocho barcos de Venezuela, dos ferrys para Acciona, los cuatro BAM para la Armada española y el BAC ‘Cantabria’, también para España. Desde entonces, el sector naval de la Bahía ha pasado de la más absoluta bonanza a las vacas flacas. El anuncio de Revuelta y Aguirre llega en un momento especialmente delicado para los astilleros, que temen una nueva reconversión si a corto plazo no llega la ansiada carga de trabajo. No se puede mantener viva una plantilla de algo más de 1.000 personas en Cádiz con los diques vacíos. Los contratos a los que aluden los gestores de la compañía se refieren a un nuevo encargo del Gobierno de Venezuela y, sobre todo, al interés de Catar por la compra de, al menos, tres patrulleros. La gestión diplomática del Gobierno español es ahora clave para cristalizar ambos acuerdos, pero también es vital la mediación del rey Juan Carlos en el caso del negocio con el emir de Catar, Hamail Bin Jalifa. Las relaciones entre ambos países son óptimas y prueba de ello fue la visita a España que hicieron en abril de 2011 el emir y su esposa, Mozah Bint Nasser. Este encuentro sirvió para fortalecer el diálogo y, sobre todo, para poner las bases de futuras inversiones. Dos meses antes, el entonces presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, realizó un viaje a Catar donde se arrancó un compromiso de inversión en España cercano a los 3.000 millones de euros. El primer paso se dio en primavera cuando el Catar Holding se hizo con el 6,1% del accionariado de Iberdrola. Todo apunta a que el monarca español podría viajar en breve a Catar con una misión diplomática y empresarial para cerrar varios acuerdos comerciales, entre ellos, la construcción naval.

En otro estadio de la negociación se encuentra el contrato con Venezuela. El Gobierno de Chávez quiere otro patrullero más y un quinto buque de vigilancia, sin embargo, la firma de este acuerdo está condicionada a las elecciones presidenciales que tendrán lugar el próximo 7 de octubre, donde Henrique Capriles disputará la carrera a la presidencia al todopoderoso Hugo Chávez. Los ingenieros de Navantia han presentado la oferta al gobierno bolivariano, pero se antoja complicado que acepten antes de los sufragios.

Mientras llegan los contratos, los astilleros gaditanos aguantarán con la fabricación de doce lanchas para Australia y las reparaciones.