Valverde, un bronce que sabe a poco
El ataque de Gilbert, nuevo campeón del mundo, en el Cauberg no lo pudo seguir nadie. Óscar Freire se quejó de que «ningún compañero estuvo conmigo en la parte final de la carrera»
Actualizado:Cuatro medallas, dos de plata y dos de bronce, adornan el palmarés mundialista de Alejandro Valverde, a quien se le resiste la presea de oro en un Campeonato del Mundo. En Valkenburg se tuvo que contentar con un bronce, como en Salzburgo 2006. Las dos medallas de plata las había conseguido en Hamilton y en Madrid.
Philippe Gilbert, que logró el oro, y Edvald Boason Hagen, fueron superiores a él en los 1.800 metros final de un Mundial que a pesar de tener 261 kilómetros de recorrido se decidió al final, en la última subida al Cauberg, de las once que tenía el trazado.
Bélgica, que apareció muy poco en las escapadas que se produjeron antes de los momentos claves, colocó a cuatro corredores delante, lo que aprovecho Gilbert para atacar e irse en solitario. Sus compañeros hicieron un corte muy elegante, dejaron que se abriese un hueco de pocos metros que Gilbert, sobre todo, y la indecisión de sus tres perseguidores, Valverde, Boason Hagen y Kolobnev, le sirvieron para conseguir el título mundial que venía acariciando desde hace varios años.
Después de una temporada mediocre, que comenzó a enderezarse en la Vuelta a España, con dos victorias de etapa, Gilbert no dejó escapar una de esas ocasiones que se presentan en contadas ocasiones en la vida de un ciclista y le daba un nuevo oro a Bélgica. El bronce de Alejandro Valverde sabe a poco.
Es cierto que es mejor esa medalla que nada. Lo que no se le escapa a nadie es que la selección española controló y dominó la carrera, estuvo en todos los momentos importantes, salvo cuando había que estar, en la última ascensión al Cauberg.
Valverde arrancó desde muy atrás, ‘Purito’ Rodríguez no pudo estar delante, lo mismo que Óscar Freire, mientras que Samuel Sánchez y Alberto Contador habían hecho el trabajo que les asignaron antes. Valverde explicaba que tardó en decidir si salía a por Gilbert por esperar a Freire. «Tal y como atacó era muy difícil seguirle », coment´p el murciano. Matizó que en cualquier caso, aunque se hubiese quedado con Freire no habría «cazado a Gilbert».
Nadie con Gilbert
Los Campeonatos del Mundo para profesionales terminan convirtiéndose en una partida de ajedrez en la que lo único que de verdad cuenta son los últimos movimientos. Hay que tener piezas para poder moverlas. La selección española cuadró todo, cerró la carrera allí donde pudiera haber peligro.
Todo salió perfecto menos estar pendientes del ataque de Philippe Gilbert. Todo el mundo sabía que iba a moverse. No sólo es que nadie pudiese estar junto a él, es que tampoco había nadie cercano a su rueda. La dureza del circuito, por su trazado, no terminó de aparecer.
Freire se quejó de que se había «quedado solo, sin ningún compañero a mi lado». Se refería a que una vez pasado el Cauberg no había nadie con él para poder trabajar y llegar en grupo.
Las subidas que había no permitían que se rompiese la prueba. El desgaste llegó por el kilometraje y la rapidez que imprimieron los corredores con su forma de rodar. La media horaria superó los 43 kilómetros por hora.
El desarrollo del mundial nos permitió ver a un grupo de 28 corredores delante, en el que había mayoría de italianos, cuatro, franceses y españoles, Lastras, Flecha y Contador, cuando quedaban 78 kilómetros para la llegada.
Trabajaron esas tres selecciones, lo que obligó por detrás a Bélgica, Australia y Colombia a hacer lo mismo. Contador atacó en varias ocasiones en el Cauberg, una ascensión que no tenía la suficiente dureza para que un escalador hiciese trizas el grupo.
Italia probó con Nibali, Samuel Sánchez puso más ritmo. Todo resultaría inútil. A 1.800 metros de la meta, en el Cauberg, Philippe Gilbert intentó que no llegasen al sprint treinta corredores y lo consiguió. Era un anuncio que todos conocían que se iba a rodar y que nadie pudo evitar. Sólo tuvo un protagonista.
El trabajo de la selección merecía del oro. Si no se consiguió es porque nadie pudo estar allí donde se jugó todo. Llegaron hasta la orilla para acabar naufragando en el momento más inoportuno. La generación de oro del ciclismo español, Valverde, Samuel Sánchez, Joaquim Rodríguez y Contador continúa sin poder colgarse un oro al cuello.
Óscar Freire es mayor que todos ellos y su cita con los mundiales, con tres medallas de oro, está, además de cubierta, terminada.