De la firme mano de Bruselas
Se implica en el plan reformista español y ensaya un salvavidas con condiciones ya pactadas
BRUSELAS.Actualizado:España ha descosido los patrones utilizados hasta ahora en los rescates de los socios periféricos. Su situación es tan singular que, si el Gobierno de Mariano Rajoy finalmente lo pide, sería el primer país en recibir dos salvavidas parciales. El primero, aprobado en julio, se dedicará a la banca mientras que la hipotética segunda ayuda se emplearía para contener las turbulencias en los mercados. Las excepciones no terminan ahí. El Ejecutivo ultima un exigente plan de reformas en «estrecha» colaboración con Bruselas. El paquete serviría como base para solicitar sin más condiciones el nuevo rescate, pero también consagra discretamente una implicación directa de la Comisión en las tareas de los países.
El portavoz económico del Ejecutivo comunitario, Simon O'Connor, confirmó ayer que trabajan «de cerca» con el Gobierno de Rajoy. Incluso, remarcó que su cooperación es «muy eficaz», aunque intentó espantar el fantasma de la intervención al asegurar que España mantiene «la responsabilidad plena» sobre el plan de reformas. En cualquier caso, el aval de la Comisión garantiza que las medidas a adoptar tendrán la suficiente consistencia. Desde que estalló la crisis, Bruselas ha ido acumulando poderes en la supervisión de los socios y sus recomendaciones anuales se han convertido en directrices ineludibles. Los países en una posición desahogada cuentan con más margen, pero los ejecutivos acosados por los mercados deben cumplir sus exigencias a rajatabla.
En el grupo de los más castigados, España no tiene más remedio que acatar los dictados europeos. Además, la presión aumenta todavía más porque el paquete de reformas podría convertirse en el trampolín hacia el segundo rescate. Bruselas ya ha dicho en varias ocasiones que, si el Gobierno se decide a pedir auxilio, le reclamaría un detallado plan de reformas inspirado en sus recomendaciones. Esta exigencia se uniría a un compromiso firme con los objetivos de déficit, una premisa que el Ejecutivo ha prometido respetar al pie de la letra. La decisión final sobre las condiciones del salvavidas, sin embargo, quedaría en manos del Eurogrupo, el BCE y el FMI.
Pese a la participación de las distintas instituciones, la opinión de Bruselas resultaría determinante. Es decir, España tendría buena parte del camino recorrido a la hora de sentarse a negociar con sus socios. Y eso es mucho más de lo que tuvieron Grecia, Irlanda y Portugal al pactar las condiciones de sus rescates. Zarandeados en los parqués, los tres países se vieron obligados a cerrar un acuerdo rápido para evitar la bancarrota. Las medidas pactadas no es que pasen a convertirse en ley sagrada, pero solo se permiten modificaciones equivalentes. Dublín, que se ha convertido en el gran alumno aventajado con una prima de riesgo inferior a la italiana, pudo rebajar el IVA turístico del 13,5% al 9% a cambio de apretar en otros ámbitos de sus finanzas.
Supervisión conjunta
La opción de negociar por adelantado también goza de otras ventajas. Consciente del alto coste político de los rescates, Bruselas ensaya una fórmula menos agresiva con España. Si las reformas pueden pactarse de antemano, la sensación de intervención se diluye y se ganan enteros desde la perspectiva de la colaboración. En el caso español, la cuestión resulta todavía más delicada porque se trata de la cuarta economía de la zona euro. La experiencia permite a su vez ir desbrozando el camino que transitará la UE en los próximos meses. Todas las reformas del bloque apuntan hacia una mayor supervisión conjunta que se traducirá en cesiones de soberanía para controlar los presupuestos.
El plan de reformas español permitirá a Bruselas dirigir el rumbo hacia el modelo económico que ya aplica en los países rescatados. Con la responsabilidad presupuestaria por bandera, quiere que el Gobierno de Rajoy apueste decisivamente por la exportación, un ámbito en el que Luis de Guindos anunció modificaciones durante el Eurogrupo de la semana pasada. Las otras novedades podrían ir en línea con la necesidad de reforzar la formación de los desempleados y generar más oportunidades para los jóvenes, otra de las grandes exigencias de la Comisión. Habrá que esperar para ver lo que sucede con la edad de jubilación y las pensiones, pero ha sido una receta clásica en los otros salvavidas.
El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, avaló ayer los esfuerzos conjuntos de Madrid y Bruselas. «Lo único que necesita España es ser acompañada positivamente en lo que está haciendo, por lo demás puede hacer el trabajo sola», subrayó. Aunque se especula con la oposición de Berlín al rescate español por la contraversia que generan estas ayudas en la sociedad germana, el responsable económico insistió en que el Gobierno de Rajoy «no necesita un programa de asistencia».