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Obama, poco antes de subir al Air Force One para viajar a Nueva York. :: BRENDAN SMIALOWSKI / APF
MUNDO

La última crisis cuestiona la política exterior de Obama

El presidente lidera las encuestas para la reelección gracias al éxito de la convención demócrata y a los errores de su rival

MERCEDES GALLEGO CORRESPONSAL
NUEVA YORK.Actualizado:

La imagen del embajador estadounidense asesinado en Libia y las turbas de manifestantes quemando banderas y asaltando embajadas en el mundo árabe han puesto en entredicho la política exterior de Barack Obama. Y lo que es peor, le han hecho caer seis puntos en las encuestas sobre la aprobación popular de su política exterior, que hasta el mes pasado era su punto fuerte. Por suerte para él, su rival, Mitt Romney, comete tantos errores que si las elecciones se celebraran hoy Obama gobernaría otros cuatro años, aunque por la mínima.

Después del desgaste político e internacional de George W. Bush, los estadounidenses compraron la promesa de Obama de reparar las relaciones exteriores del país con un nuevo talante de negociación y respeto. En el caso del mundo árabe, fue él mismo quien puso las metas durante su histórico discurso en la Universidad de El Cairo, a donde dijo ir «en busca de un nuevo principio entre EE UU y el mundo árabe». El candidato de la esperanza, hijo de un africano que le bautizó como Hussein, todavía despertaba pasiones alrededor del mundo y mucho creían que su hechizo personal traería el cambio de imagen que tanto anhelan los estadounidenses.

«Mientras nuestra relación esté definida por nuestras diferencias estaremos fortaleciendo a aquéllos que buscan sembrar el odio en vez de la paz y promover el conflicto en lugar de la cooperación», explicó entonces Obama. «Este ciclo de sospechas y discordias tiene que acabar».

Tres años después no solo no ha terminado sino que muchos dudan de que el talante de respeto y diálogo lo haga posible. Por el contrario, la receta de la mano dura y el intervencionismo que tradicionalmente han aplicado los presidentes republicanos como Reagan o Bush vuelven a ser populares ante las imágenes de un mundo revuelto y amenazador.

Teherán y Carter

A Obama se le acusa de no haber liderado a la comunidad internacional para evitar masacres como la que se perpetúa en Siria, de no haber acabado con la amenaza de un Irán nuclear mediante uno de esos bombardeos quirúrgicos que sugiere Israel, de no haber sabido alejarse a tiempo de los dictadores derribados por las 'primaveras árabes' -que no supo anticipar- y de no haber hecho suficientes amigos en esos ríos revueltos para encauzar las revoluciones hacia democracias amigas.

En medio de ese malestar, el asalto al consulado estadounidense de Bengasi podía haber sido para Obama como el Teherán de Carter, de no ser porque su rival electoral distrajo la atención con una inoportuna condena al comunicado de la Embajada en el Cairo que, encima, había sido emitido antes de los ataques.

Este resbalón de Romney ha permitido al presidente consolidar la ventaja que le dio la Convención del Partido Demócrata en Charlotte, donde, a diferencia de la republicana, políticos de la talla de Bill Clinton sacaron brillo a sus cuatro años de Gobierno. Según la encuesta de la cadena NBC, el porcentaje de estadounidenses que piensa que el país esta mejor desde que Obama asumió el poder ha subido 7 puntos desde agosto, y 11 el de los que creen que el presidente está mejor preparado para gobernar EE UU durante los próximos cuatro años. Incluso el de los que entienden que la economía del país está en el camino correcto ha aumentado siete puntos. Obama le ha cogido el paso a Romney en lo que parecía imposible, la economía, punto fuerte del empresario metido a político. Ahora, ambos están empatados en la pregunta de quién la manejará mejor.

La semana pasada los republicanos advertían al candidato que cada minuto que desperdiciase hablando de política exterior y no de empleos sería un paso atrás. Ayer, tras la aparición de un dañino vídeo en el que Romney explica a sus donantes que el 47% del país que recibe algún tipo de ayuda gubernamental no es su responsabilidad, las advertencias han dejado paso a «La hora de la intervención», como titulaba ayer la columnista conservadora Peggy Noonan en The Wall Street Journal. «Es hora de admitir que la campaña de Romney es incompetente. Nunca ha sabido enfrentar los grandes problemas.

Todos los activistas, donantes y miembros del partido deberían estar presionando para que haya un cambio». Romney, por su parte, siempre reacio a admitir errores, ha pasado los últimos días en conferencias telefónicas con sus donantes y colaboradores para convencerles de que sabe lo que hace.