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Economia

Alemania teme más a China que al posible rescate de España

I. CASTRO
BRUSELAS.Actualizado:

El posible rescate de España llena periódicos e informativos por toda Europa, pero Alemania tiene otras preocupaciones mayores. O, al menos, de una magnitud similar. El país germano, uno de los grandes campeones de las exportaciones, teme especialmente que el crecimiento de China se frene o sus relaciones puedan enfriarse por algunos pulsos pendientes. Las consecuencias de cualquiera de estos supuestos serían verdaderamente dañinas para el motor económico de la UE, que debe buena parte de su pujanza a los negocios con Pekín. Ante esta situación, Berlín no perderá de vista la cumbre que celebrarán hoy en Bruselas los principales líderes comunitarios y el primer ministro chino, Wen Jiabao.

Alemania, según Eurostat, exportó a China productos valorados en más de 34.000 millones durante el primer semestre de este año. España apenas logró colocar una cartera de 1.700 millones y Francia no llegó a los 8.000. En el caso germano, el volumen de negocio con el gigante asiático ascendió notablemente con respecto a 2011 en pleno declive de la zona euro, mercado tradicional de las manufacturas con sello teutón. En un detalle que alcanza dimensión de proeza, Alemania fue el único país europeo que cerró la primera mitad del ejercicio con superávit en los intercambios comerciales con el todopoderoso Gran Dragón.

Gesto chino

Las estadísticas explican con nitidez por qué Alemania vive pendiente de cada gesto chino. De acuerdo a algunos analistas, su grado de preocupación supera incluso a lo que sucede en España y Grecia. La capacidad de influencia de Angela Merkel en los dos socios periféricos resulta evidente, pero con Pekín las cosas no son tan sencillas. Estas dificultades quedaron patentes durante la visita de la canciller a la capital china a finales de agosto. Entonces, el Gobierno comunista anunció la compra de 50 aviones Airbus, el conglomerado aeronáutico europeo en el que también participa España. El negocio ascendió a más de 3.000 millones.

China, al parecer, envió un mensaje soterrado con su compra de aviones de última generación. Dejó claro que no le gustaba la nueva normativa europea que impone restricciones a las aerolíneas de todo el mundo por sus emisiones de C02. Pekín también está molesto por una investigación abierta por Bruselas por supuesta competencia desleal de los productores chinos de paneles solares.