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Mario Vargas Llosa posa sonriente ayer en la sede del Círculo de Lectores. :: EFE
Sociedad

Crónicas en la ruta del Nobel

El laureado escritor y académico celebró junto a los Príncipes de Asturias los cincuenta años de éxito del Círculo de Lectores en España Mario Vargas Llosa traza su «biografía intelectual» a través de sus artículos

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«El nacionalismo no ha inspirado un solo libro legible». Lo dice Mario Vargas (Arequipa, 1936) tras la marea independentista desatada en Cataluña. El escritor, que vivió en Barcelona, cree que el debate secesionista «está muy inflado». Que «no solo hubo nacionalistas convictos y confesos» en la manifestación de la Diada, para él «una vía de expresión del descontento». El escritor lo dijo al presentar ayer tres volúmenes de sus obras completas que recogen su labor periodística. Los edita Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, sello del pionero club de lectura que celebró con el Nobel y los Príncipes de Asturias su medio siglo de activa exitosa presencia en España.

Día grande para Círculo, que ha llevado puerta a puerta lo mejor de la literatura universal a los hogares españoles a y ofrece hoy 'online' a más de un millón de socios 300 novedades al año. Propiedad de Berteslmann y Planeta, los Reyes son socios de honor, como el Nobel Güntrer Grass, los desaparecidos Cela y Delibes y un Vargas Llosa muy agradecido por la recopilación de su obra periodística. Una ruta hacia el Nobel que comenzó en un modesto diario limeño La Crónica en 1952.

Evocó Vargas Llosa sus inicios como periodista adolescente, labor en las que ha insistido sin durante cinco décadas con su columna 'Piedra de toque', cita semanal con sus lectores que este domingo dedicará a su «admirada» Esperanza Aguirre. «Todos la extrañaremos muchísimo. Sus adversarios que se sentirán huérfanos sin tener a quién odiar y atacar» dijo el premio Cervantes. «Soy liberal, como ella, el personaje más atacado en la política española, mucho más que José María Aznar», arguyó.

En más de 4.500 páginas están los aciertos, errores y rectificaciones políticas y literarias de un gran escritor que marca una época. Conforman una «autobiografía intelectual» para su autor y «toda una lección de historia en 50 años» para su editor Antoni Munné, arqueólogo y recolector de unos textos publicado entre 1962 y 2012 y en muchos casos nunca antes recogidos en un libro.

«Las redacciones de los diarios se parecen hoy más a una farmacia suiza que a las peceras llenas de humo y el ruido infernal de las máquinas de escribir que conocí», dijo el escritor. «Comencé en la prehistoria, cuando era una actividad romántica y bohemia de gentes mala vida» explicó el Nobel de un oficio «fundamental; el alimento de toda mi obra literaria». «Mis ficciones le deben mucho. No habría escrito 'Conversación en La Catedral' sin la extraordinaria fuente de temas que ha sido para mis novelas», reconoce. El periodista debe «controlar racionalmente lo que escribe», aclara, y el escritor «puede y debe dar rienda suelta a la imaginación».

Le preocupa el lado oscuro del periodismo en la era digital. «La tecnología lo ha convertido en una profesión liberal, pero antes y ahora, y a pesar de la crisis, es primordial para mantener el espíritu crítico de la sociedad; el termómetro del grado de libertad y salud democrática de un país», señala. Una libertad acrecentada por la misma revolución tecnológica que «paradójicamente crea oportunidades para el embauque, alimenta la confusión y el falseamiento». Él mismo ha visto como usurpando su firma se distribuían a escala global «escritos vejatorios contra los argentinos o enormes cursilerías en favor de la mujer».

Los textos muestran al cronista de veleidades marxistas que fue, con el corazón y la razón a la izquierda. Al joven Marito que comprende la revolución cubana, que evoluciona hacia un perfil más conservador y rompe con esas ideas. Al viajero que radiografía América Latina, Oriente Medio y los Balcanes para dar con la esencia de los conflictos, retrata a personajes que admira -Thatcher, Blair, Mandela u Obama- y que, instalado ya en su ideario conservador, defiende el matrimonio homosexual, el aborto o la legalización de la droga. Un Vargas Llosa que cree que saldremos de la crisis y que los recortes en cultura, «son inevitables, como lo son en todos los demás sectores». «La situación española es tan grave que es imposible que la cultura no sufra recortes, y quede exonerada» concluye.