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La Policía trata de controlar a un grupo de manifestantes chinos que protesta frente a la embajada japonesa de Pekín. :: DIEGO AZUBEL/EFE
MUNDO

China traslada la tensión a las Diaoyu

Las protestas acaban sin incidentes, pero decenas de barcos ponen rumbo a las islas que se disputa con Japón

ZIGOR ALDAMA
SHANGHÁI.Actualizado:

La sangre no ha llegado al río. Todavía. Ayer se esperaban en China manifestaciones multitudinarias contra todo lo que fuese remotamente japonés, pero impresionantes despliegues policiales evitaron que las marchas desembocasen en dramas como los que se han reproducido desde el pasado sábado. La violencia de los últimos días se redujo considerablemente, y las fuerzas de seguridad consiguieron controlar a los miles de personas que volvieron a echarse a las calles coincidiendo con el 81 aniversario del incidente de Mukden, inicio de la colonización japonesa de Manchuria.

En Shanghái, tres marchas diferentes convergieron en los aledaños del consulado de Japón, que estaba protegido por diferentes barreras antidisturbios y tomado por cuerpos especiales de Policía. No obstante, y para evitar que se reprodujesen los altercados entre manifestantes y agentes, se permitió que los primeros coreasen sus consignas frente a la legación nipona en pequeños grupos. Luego, varios autobuses gratuitos se encargaron de llevar a la boca de metro más cercana a los asistentes a la protesta. Wang Shufang, uno de ellos, se mostraba satisfecho porque «se ha visto que los chinos pueden hacer oír su voz sin violencia y de forma civilizada».

La pelotera que China y Japón están protagonizando por la soberanía de los islotes Diaoyu -Senkaku en japonés- va camino de convertirse, para algunos avispados, en todo un negocio. Diferentes comercios del portal taobao.com ofrecen todo tipo de objetos para mostrar el patriotismo desmedido que ha prendido la disputa: camisetas con eslóganes que van desde '¡Las Diaoyu son de China!' hasta '¡Japoneses fuera de China, que os jodan!', pegatinas para cubrir productos japoneses como automóviles o cámaras, y hasta banderas japonesas para pegarles fuego. «El negocio es muy bueno», reconoce a este periódico un comerciante. No pueden decir lo mismo las empresas japonesas, la mayoría han decidido cerrar sus fábricas. All Nippon Airways, una de las principales aerolíneas, ha sufrido la cancelación de 18.000 viajeros en sus rutas de Japón a China.

Bomba de humo

Aunque ayer no hubo vehículos volcados ni establecimientos japoneses destrozados, la tensión no parece que vaya a remitir. Solo se ha trasladado de lugar. Ahora, se concentra en las aguas de los alrededores de las Diaoyu. China envió once patrulleras al territorio administrado por Japón, y el Ministerio de Defensa aseguró que, aunque espera que el conflicto se resuelva por vías diplomáticas, se reserva «la posibilidad de llevar a cabo otras acciones». Por si no fuese suficiente, hacia los islotes de la disputa navegan decenas de pesqueros chinos que zarparon después de que Pekín levantase la veda para faenar allí.

Japón ya ha anunciado que desplegará una treintena de buques para crear un frente defensivo y salvaguardar así su integridad territorial. Además, el anuncio del establecimiento de un segundo escudo antimisiles en el país, con la colaboración de Estados Unidos, no hace sino echar más leña al fuego.

Por otro lado, el sentimiento de rabia parece que llega también a Japón. Dos activistas ultranacionalistas desembarcaron en una de las tres islas que su país compró hace una semana y, según el Gobierno de Pekín, varios individuos lanzaron dos bombas de humo contra el consulado de China en Fukuoka, razón por la que ya ha protestado oficialmente. En cualquier caso, según diferentes fuentes chinas, los dirigentes comunistas, preocupados por las consecuencias impredecibles de manifestaciones tan multitudinarias como las de los últimos días, podrían decidir en los próximos días sofocar ya con mayor ahínco las protestas.