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La ONU reúne pruebas contundentes para acusar a Siria de crímenes de guerra

Los investigadores de Naciones Unidas han recopilado un «formidable y extraordinario» cuerpo de evidencias

MERCEDES GALLEGO
NUEVA YORK.Actualizado:

Las violaciones, asesinatos y torturas que son ya el pan de cada día en Siria fueron ordenadas por el gobierno «al más alto nivel», han concluido los investigadores de la ONU que lidera el brasileño Paulo Pinheiro. Los nombres de los responsables están en una lista secreta entregada al Consejo de Derechos Humanos de Ginebra, en una reunión donde Francia y Gran Bretaña pidieron que se remitan las pruebas al Tribunal Penal Internacional para que se investigue al país por crímenes de guerra.

Pinheiro dijo haber compilado «un formidable y extraordinario cuerpo de evidencias», por lo que urgió al Consejo de Seguridad de la ONU que refiera el caso al alto tribunal de La Haya. Su petición se enfrenta con la oposición de Rusia y China, que hasta ahora han bloqueado en este órgano todas las acciones contra Siria. Para ganarse su voluntad los investigadores han documentado también casos de ejecuciones y torturas por parte de la oposición denunciados asimismo por Human Rights Watch (HRW).

Esta organización de derechos humanos cita casos de ejecuciones sumarias y palizas continuadas durante horas en la suela de los pies que la oposición no consideraba tortura «porque no deja heridas», dijo el jefe del Consejo Revolucionario de Alepo. «Cuando se le informó de que es sí es tortura y es ilegal dijo que emitirá nuevas instrucciones», explicó HRW.

El Tribunal de La Haya tendría potestad para investigar a todas las partes en conflicto, para satisfacción de Rusia, que se empeña en repartir la culpa a partes iguales entre ambos bandos a pesar de que los investigadores insisten en que los abusos ocurren desproporcionadamente en el del gobierno. Ayer Rusia estaba especialmente satisfecha con la referencia en el informe al aumento de yihadistas en Siria por el apoyo exterior que reciben las fuerzas antigubernamentales, lo que a su juicio debería hacer reflexionar a los países que envían fondos a Siria sobre «a quién están ayudando».