De la depresión al clímax
El Madrid logra un triunfo heroico ante un decepcionante City que ya acariciaba su injusto triunfo
MADRID Actualizado: GuardarEl Madrid es feliz cuando los partidos de deciden a la heroica, justo cuando lo ve todo perdido y sus estrellas se desmelenan. Jugar a tumba abierta le suele dar premio. Un viejo espíritu que hizo famoso Juanito y que le funcionó casi siempre. Y un método que le dio una victoria agónica ante un Mánchester City ramplón, festejada casi como un título, con Mourinho tirándose de rodillas y Cristiano tumbado sobre el césped tras su decisivo gol. La afición entregada y los ingleses hundidos e impotentes. La crisis y los problemas olvidados. Fue un duelo trepidante, descosido al final, pero que no debe esconder los recurrentes problemas del campeón español en la creación. Curiosidad o no, la remontada se produjo con Özil y Modric sobre el césped.
Un choque en el que no jugó el ‘Kun’ Agüero y quedó marcado, además de por el triunfo que abre con buen pie el camino hacia la ‘décima’, por la cerrada afición que el Bernabéu dedicó al grancanario Silva cuando Mancini decidió sacarlo del campo, mediada la segunda parte, justo antes de que el duelo entrase en ebullición. Unos aplausos que contrastaron con la indiferencia con la que la grada despidió minutos después a Essien. Se interpretaron como un mensaje crítico de la afición merengue al tipo de futbolistas que elige Mourinho.
El preparador luso envió al ‘banquillo de los acusados’ a Sergio Ramos, un líder del vestuario que no comulga con sus métodos y además se lo dice a la cara. Situó a Pepe de central izquierdo, flanqueado por el francés Varane, hasta la fecha ni siquiera un actor secundario. En la zona de creación, prescindió de inicio de la magia de Özil, otro de los que pueden estar distraídos con asuntos extradeportivos, pero no para brindar la titularidad al croata Modric sino muscular más al equipo con un ‘trivote’ en el que se estrenaba Essien.
Los reproches del luso y sus arengas, o más bien la motivación de disputar la competición de mayor jerarquía, hizo que los blancos salieran con más energía y vigor que en Sevilla, por no hablar ya del pasotismo de Getafe. Ya en el arranque, pusieron contra las cuerdas a un Mánchester City decepcionante, con más caché que presencia, hasta que se estiró al final. Los de Mancini, técnico timorato donde los haya por mucho que conquistara la última ‘Premier’ con los ‘citizens’, eran un grupo asustado. Su fútbol no tenía el cuajo de un grande de Europa. Más bien se asemejaba al típico equipo del montón que se acobarda en el inmenso escaparate del Bernabéu.
Ardor y vigor
En esos primeros compases, el choque tenía pinta de poder acabar en goleada. Más por llegadas al área y ocasiones que por buen fútbol y gobierno del balón de un Madrid más ardoroso que romántico. El portero Hart se convirtió en la estrella de su equipo al desviar dos lanzamientos de Cristiano con marchamo de gol. Khedira erró una ocasión pintiparada e Higuaín tampoco acertó a remachar en un par de acciones en las que ganó la espalda al zaguero.
La lesión del francés Nasri, tan técnico y vistoso como irregular, no fue un gran problema para el City, pese a que Mancini lo reemplazó por el serbio Kolarov, un lateral serbio que en 2010 pidió ‘Mou’ para el Madrid pero que tampoco es extraordinario. Crecieron ligeramente los ingleses cuando Silva abandonó la banda izquierda y se vino al centro para asociarse con los medios y con Tévez, desaparecido en Chamartín. Lo mejor del City en el primer tiempo fue una poderosa galopada de Yayá Touré, mal acabada por Silva porque el balón le vino a la derecha y se entretuvo.
Proseguía el dominio estéril del Madrid tras la reanudación. Ahora, los disparos lejanos de Marcelo eran la mejor forma de buscarle las cosquillas a un City que seguía agazapado. Cuando a Mancini se le ocurrió retirar a Silva, los blancos ya se las prometían muy felices. Fue un cambio más que discutible pero no defensivo, ya que entró Dzeko y e hizo pleno a la primera. Un pésimo repliegue del Madrid preludió otra arrancada de Yayá Touré, el gran pase del marfileño y la definición del bosnio.
‘Mou’ tocó a rebato, probó al fin con los ‘tocadores’ en el centro y su equipo asumió enormes riesgos. Se partió en dos y pudo recibir la puntilla antes de que Marcelo saliera al primer rescate. El duelo se desencorsetó del todo. Llegado a ese punto, la grandeza del Madrid es infinita. Recibió un golpetazo en una falta lanzada por Kolarov que entró casi llorando, pero Benzema y el feliz Cristiano sellaron una remontada que cambia la dinámica. De la depresión al clímax.