Benedicto XVI reclama «el cese de toda violencia» en Siria
El Papa pide que los cristianos asuman un papel activo en la pacificación de Oriente Próximo en su última misa en Líbano
BEIRUT.Actualizado:Benedicto XVI solicitó ayer la intervención de la comunidad cristiana en la pacificación de Oriente Próximo. Antes de abandonar Líbano para volver a Roma, en una misa ante más de 350.000 personas, el Papa pidió el «silencio de las armas» en la región, que ha sufrido cambios radicales en los últimos dos años, y el «cese de toda violencia» en Siria. Además, invitó a la sociedad internacional a proponer «soluciones viables que respeten la dignidad de cada persona, sus derechos y su religión». «Quien quiera construir la paz debe cesar de ver en el otro un mal para eliminar», destacó en la ceremonia celebrada en el muelle de Beirut.
El pontífice hiló fino y evitó hablar de conflictos concretos. La única excepción fue Siria, algo inevitable por la repercusión de sus revueltas y la llegada masiva de refugiados a Líbano. Aun así, en su homilía reclamó que los países de la región sean dirigidos por hombres de paz y servidores de la reconciliación «para que todos puedan vivir sin violencia y en dignidad». «Ojalá que los hombres comprendan que todos somos hermanos», agregó.
Pese a la creciente inestabilidad en Oriente Próximo, el Papa pidió a los cristianos que no abandonen la región para «actuar por la paz» -«cada cual en su nivel allí donde se encuentre»-, ya que su testimonio es «esencial» en colaboración con el de «todas las personas de buena voluntad». «En estos tiempos inestables y de violencia es urgente que los discípulos de Cristo den un testimonio auténtico de su unidad para que el mundo crea en su mensaje de amor, paz y reconciliación», subrayó.
Y es que el temor en la comunidad cristiana es evidente. Durante la misa, el obispo Béchara Rai, patriarca cristiano maronita, transmitió al pontífice «los sentimientos de miedo ante un futuro desconocido». Más tarde, y en privado, Benedicto XVI instó a sus sacerdotes: «Amad a los musulmanes, rezad por ellos, son vuestros hermanos».
Además de divulgar un mensaje de paz y contrario al radicalismo religioso, el viaje de Joseph Ratzinger a Líbano tenía como objetivo entregar a los 300 obispos de Oriente Próximo -llegados desde Egipto, Palestina o Irak- un ejemplar de 'La Exhortación apostólica', redactado a partir de las conclusiones del sínodo celebrado en el Vaticano hace dos años. Este documento tratará de ser una 'hoja de ruta' para que en la región «siga resonando el Evangelio como antes».
Quince años después de la visita de Juan Pablo II y casi medio siglo desde que Pablo VI pisó Líbano por primera vez, el Papa volvió al único país de Oriente Próximo que cuenta con un presidente cristiano, Michel Suleimán. El mandatario estuvo presente en la misa y junto a un cuarto de millón de sus conciudadanos oyeron una misa que duró más de tres horas. Obviamente, él no tuvo que hacer cola desde medianoche para coger un buen sitio y tampoco tuvo que superar los rigurosos controles de seguridad a los que fueron sometidos los fieles, que también necesitaban un permiso especial para acceder al puerto. Pese a todas las molestias que sufrieron y el intenso calor que azotó Beirut, los cristianos que acudieron a la misa estaban contentos con la visita de Benedicto XVI. «Necesitábamos una bendición para continuar con este periodo», aseguró uno de los asistentes.