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EL GRAN DESCONTENTO

RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
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Los convocantes quisieron dejar patente el malestar en colores y a poco acaban con el arco iris: la rabia es cierta y haría mal el Gobierno en menospreciar las cifras, aquí lo importante es que los recortes han creado un estado de malestar notable. Hace un par de años pude ver la escasa concentración del 1 de mayo en Sol cuándo los sindicatos no llegaron a cubrir un cuarto de la plaza madrileña. Entre los deméritos de Rajoy, el principal la falta de liderazgo, está el haber resucitado el movimiento sindical que pasaba por sus peores momentos. La política del Gobierno ha levantado a los sindicatos como Jesús le dio la vida a Lázaro, en este caso levántate y sal a la calle.

Los que caminaron Madrid se quejaban de los recortes padecidos hasta la fecha y barruntaban la que se avecina que según De Guindos puede ser apoteósica tirando a apocalíptica. El ministro hace a la perfección el papel de Pepito Grillo del presidente, teniendo en cuenta que esta semana le ha dado noventa días a las prestaciones sociales es fácil imaginar lo que nos espera. Rajoy sabe que pedir el rescate dañaría su imagen como gobernante y por eso no se prodiga en comparecencias. De momento lo mejor que sabe hacer el Gobierno es levantar una muralla como la de '55 Días en Pekín' alrededor del Congreso que lo convierte en la metáfora perversa de la voluntad soberana aislada del pueblo que vota. No descartemos la creación de un foso con cocodrilos desde Neptuno a Cibeles, aunque se moleste la baronesa Thyssen siempre opuesta a la modificación del eje Prado-Recoletos.

Lo de ayer era una concentración colorida en la que iban hasta niños en el carrito, la queja se convierte en pícnic cuándo hay motivos. Ya le pueden poner cristales insonorizados a los coches oficiales para no escuchar los improperios que les sueltan al pasar, pero la sordera nunca fue buena aliada de la política, ni la táctica del avestruz. De verdad que haría mal el Gobierno en enredarse en una guerra de cifras, en todo caso podría disputar a los sindicatos la capacidad de poner a gente en la calle: irritados, enfadados, disgustados, molestos en grado sumo. A un número importante los sacó de su casa De Guindos, no Toxo y Méndez que tan prudentes fueron en los coletazos del zapaterato.