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EE UU llama a la calma tras el asesinato de su embajador en Libia

La inteligencia cree que el atentado del Consulado de Bengasi fue organizado para atacar un objetivo en el aniversario del 11-S

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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«¿Cómo puede pasar esto en un país que nosotros ayudamos a liberar y en una ciudad que ayudamos a salvar de la destrucción?», se preguntó ayer en voz alta Hillary Clinton, apesadumbrada por el asesinato de Chris Stevens, uno de sus más valiosos embajadores, en el aniversario del 11-S. Pero a diferencia de lo que ocurrió hace once años, el Gobierno de Barack Obama decidió ayer mantener la cabeza fría, porque esa pregunta que se hacían los estadounidenses «refleja lo complicado y a veces confuso que puede ser el mundo», les dijo su secretaria de Estado.

«Tenemos que mantener la vista clara incluso en nuestro dolor», explicó Clinton. «Este ataque ha sido perpetrado por un pequeño y despiadado grupo, no por el pueblo o el Gobierno libio».

Según diversas fuentes, Stevens y tres de sus colaboradores murieron en la madrugada de ayer en la ciudad de Bengasi mientras huían hacia el tejado del consulado asfixiados por el humo del incendio que había provocado un ataque con granadas a propulsión. Otros medios apuntaban a que fueron alcanzados por disparos cuando salían del edificio en coche, buscando un lugar más seguro. La tragedia se produjo en el curso de las protestas desencadenadas por la difusión de un vídeo realizado en EE UU que supuestamente ofendía a Mahoma.

El presidente Obama compareció con Clinton en el Jardín Rosado de la Casa Blanca para condenar los ataques que por primera vez en más de tres décadas han acabado con la vida de un embajador estadounidense. Chris Stevens era considerado un héroe en Bengasi. El presidente observó que «muchos libios se han unido ya» a la condena y subrayó que «este ataque no romperá los lazos entre EE UU y Libia». Como prueba de la lealtad de aquel país, el mandatario recordó que «el personal de seguridad libio luchó contra los atacantes del lado de los estadounidenses, ayudó a poner a salvo a nuestros diplomáticos y cargó el cuerpo del embajador hasta el hospital, donde trágicamente supieron que había muerto».

Zona de guerra

Los vídeos tomados en la escena muestran la crudeza de la muerte en zona de guerra. Un hombre corpulento y desencajado carga como un saco de patatas el cuerpo, posiblemente ya sin vida, del embajador americano, con la camiseta rota y el torso al descubierto. Para los estadounidenses, Stevens siempre será el diplomático eficiente y atractivo con la sonrisa congelada para la eternidad en ese retrato profesional que mostraban ayer todas las televisiones, siempre pudorosas con la imagen de sus muertos.

El diplomático de 52 años, que deja mujer y dos hijos, resultaba ser una de las piezas más valiosas en la diplomacia de EE UU en el Norte de África y Oriente Próximo. Experto en Irán, había trabajado en Marruecos, Egipto, Israel, Siria, Arabia Saudí y Libia, donde antes de ser nombrado embajador en mayo había sido representante de EE UU ante el Consejo Nacional de Transición y jugado un papel clave para la revolución que estaba en marcha, lo que en palabras de Obama hace que su muerte en Bengasi sea «especialmente trágica». «Con el valor, el talento diplomático y la resolución que le caracterizaban, fraguó alianzas con los revolucionarios y les ayudó a contruir la nueva Libia», recordó el presidente. «Cuando el régimen de Gadafi llegó a su fin, Chris estaba allí para servirnos de embajador en la nueva Libia y trabajó incansablemente para apoyar a esta nueva democracia».

Fuentes de la inteligencia estadounidense sostenían ayer que Stevens no era el objetivo del ataque, que sin embargo estaba planeado para el aniversario del 11-S contra un objetivo estadounidense. Los atacantes aprovecharon la confusión de las protestas en torno al consulado, pero se cree que no estaban confabulados. Los libios eran los primeros consternados en un país eternamente agradecido por la ayuda prestada por EE UU para librarse del dictador.

Obama prometió que trabajará con el Gobierno libio para hacer justicia. Ayer mismo salieron de España medio centenar de marines especializados en misiones antiterroristas con destino Trípoli, según fuentes de la CNN en el Pentágono. Washington también está reforzando la seguridad de sus instalaciones en el mundo, en previsión de un repunte del extremismo musulmán. Los aviones 'Depredadores' sin piloto sobrevuelan ya el este de Libia en busca de los grupos de 'yihadistas' que la inteligencia estadounidense había detectado meses atrás.