Una segunda niña sobrevivió a la masacre de los Alpes
Se hizo la muerta durante ocho horas bajo el cadáver de su madre, una de las cuatro personas fallecidas en el drama
PARÍS. Actualizado: GuardarUna niña de cuatro años sobrevivió milagrosamente a la masacre ocurrida el miércoles en los Alpes franceses. La chiquilla fue descubierta escondida bajo el cadáver de su madre tras hacerse la muerta durante ocho horas. Su padre, un iraquí afincado en Londres; su abuela, con pasaporte sueco; y un lugareño francés son las otras tres víctimas mortales de una tragedia con móvil por esclarecer. Una hermana de siete años, gravemente herida, es la otra superviviente en esta familia británica que se alojaba desde el lunes en el cámping de Saint-Jorioz a orillas del lago de Annecy (Saboya).
El drama fue descubierto a las cuatro menos diez de la tarde del miércoles por un cicloturista británico, veterano aviador de la Royal Air Force. En un aparcamiento forestal, al final de una pista de la que parten varios senderos a pie y en bicicleta, se topó con un BMW familiar matriculado en Reino Unido con tres cadáveres acribillados a balazos. Cerca del vehículo yacía inerte un ciclista que le había adelantado minutos antes en la subida al paraje por lo que el múltiple asesinato debía haber sido reciente. También encontró a una niña de siete años gravemente herida. Pero no era la única superviviente de la tragedia. Casi ocho horas después apareció viva su hermana de cuatro años de edad.
La pequeña se había escondido entre bultos bajo las faldas del cadáver de su madre en la parte trasera del automóvil y se había hecho la muerta. Los gendarmes del destacamento local que realizaron las primeras constataciones se limitaron a una inspección ocular sin tocar nada del escenario del crimen a la espera del desplazamiento desde París de sus colegas especializados en policía científica.
Conforme a un estricto protocolo de actuación ni siquiera abrieron las puertas del coche por temor a a que se terminaran de romper los cristales fracturados por los impactos de bala. Un médico tomó el pulso de los tres adultos a través de una ventanilla abierta y constató su fallecimiento. La cámara térmica de un helicóptero de rastreo tampoco detectó el cuerpecillo de la superviviente pues hacía masa con el de su madre.
«La chiquilla era totalmente invisible», justificó el fiscal de Annecy, Eric Maillaud. «Sonrió a los gendarmes manifiestamente feliz de encontrarse en sus brazos», añadió el responsable de la investigación. Confiada a un servicio de psiquiatría pediátrica, la pequeña es el único testigo con el que cuentan los investigadores. «Habla en inglés. Dice haber oído ruidos y gritos pero no puede contar más. No tiene más que cuatro años», observó el fiscal. Su hermana, en coma inducido, fue operada ayer por segunda vez en un hospital de Grenoble. Sufre contusiones cerebrales y un balazo en el hombro, pero su vida no corre peligro. «La golpearon salvajemente, se ensañaron con ella», apuntó Maillaud.
Bala en la cabeza
Tres de las cuatro víctimas mortales fueron ejecutadas de un balazo en la cabeza. Se trata del padre, Saas al-Hilli, nacido hace 50 años en Bagdad y afincado con su familia en Claygate, a 30 kilómetros al sur de Londres. La abuela materna, nacida en Suecia en 1938. Y el ciclista, Sylvain Mollier, de 45 años, domiciliado en un pueblo vecino, en baja de paternidad pues hace dos meses nació su tercer hijo. Para conocer las causas de la muerte de la madre, también de 50 años, habrá que esperar al resultado de la autopsia.
Los investigadores no descartan ninguna hipótesis, pero dan prioridad a la pista criminal. Parece claro que el ciclista fue víctima colateral por encontrarse en el lugar inadecuado en el mal momento. Los ocupantes del coche también pudieron ser testigos inoportunos de un tráfico de drogas, un entrenamiento de terroristas u otra fechoría. Intriga el trabajo del padre como asesor aeronáutico para Airbus y en el sensible sector de los satélites. Sin excluir el móvil del drama familiar o una tentativa de robo. El misterio es total.