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David Cameron ha cambiado 'las sillas' de su partido en el Gabinete de coalición. :: JOHN THYS / AFP
MUNDO

Cameron modifica el Gobierno sin cambiar su orientación

Los principales ministros mantienen su puesto tras la primera remodelación del Ejecutivo británico de coalición

ÍÑIGO GURRUCHAGA CORRESPONSAL
LONDRES.Actualizado:

La derecha de su partido le pedía un cambio de dirección, se lo piden directivos de la patronal y comentaristas del 'Financial Times', pero David Cameron, primer ministro británico, arregló ayer las sillas de su partido en el Gabinete de coalición sin cambiar la orientación de la política económica y sin variar el equilibrio de poder entre las facciones conservadoras.

Se podría decir que la gran vencedora de la remodelación del Gabinete británico fue la empresa española Ferrovial, principal accionista de BAA, propietaria del aeropuerto de Heathrow. El Gobierno de coalición se ha opuesto a la ampliación mediante la construcción de una nueva pista, que el Gabinete laborista apoyó. Pero desde hace meses las dudas penetran en Downing Street. Como la ministra Justine Greening se oponía tajante a la ampliación, ha sido sustituida por un político sin bagaje, Patrick McLoughlin. Los liberales también se oponen, así que no habrá cambio inmediato de política, pero Cameron cambia el rumbo hacia unas futuras elecciones y un segundo mandato sobre un asunto de gran importancia económica para Reino Unido y el futuro de la empresa española.

Pero quien ocupa el lugar central en el cuadro general de la política británica es George Osborne, ministro de Economía y Hacienda, amigo y colaborador de Cameron. Unos y otros le piden una estrategia de crecimiento, porque las cifras de empleo y el bajo tipo al que se endeuda el Tesoro son las buenas noticias de una recesión insistente en la que aumentan tanto los recortes como la deuda.

Cameron ha regresado de las vacaciones olímpicas posando con renovado brío mientras pronuncia discursos sobre un plan de impulso al crecimiento. Osborne ha hablado de la creación de un banco estatal, que canalizaría dinero público hacia pequeñas y medianas empresas, que es lo que ya ha promovido en todos sus planes presupuestarios y que la banca privada no hace.

Los comentarios de la patronal y en el 'Financial Times' se inclinan en su mayoría por que el Gobierno impulse la construcción de infraestructuras, pero la ampliación de Heathrow se ha convertido en un extraordinario enredo -en el que el popular alcalde, Boris Johnson, rival de Cameron, tiene papel destacado- y el plan para un tren de alta velocidad entre Londres y Birmingham levanta ampollas en circunscripciones conservadoras de la campiña inglesa.

Críticos con el pacto

La derecha 'tory' se ha rebelado ya varias veces contra Cameron, al que reprocha lo que ve como un pacto innecesario con los liberal-demócratas y una política aguada. Sus miembros quieren reducción de impuestos, más transferencias de servicios públicos al sector privado, mayor alejamiento de la UE. El nombramiento de Chris Grayling en Justicia en lugar de Kenneth Clarke puede darles alguna satisfacción europea.

Pero Cameron destituyó al ministro de Sanidad que ha introducido una colosal reforma de tendencia privatizadora que no había sido anunciada en el programa electoral, y situó a un exmilitar, Andrew Mitchell, como jefe de la disciplina del grupo parlamentario. La derecha 'thatcherista', más numerosa que centrista en los escaños 'tories', tiene motivos para seguir desconfiando de su líder.

Tras la remodelación llega la sesión de las conferencias otoñales en las que los partidos se presentan en sociedad en el inicio del curso político y buscan su propia coherencia entre dirigentes y miembros. Se podrá calibrar en ellas la fuerza de la facción ministerial de los liberal-demócratas que conspira para derribar a Nick Clegg y la frescura o agotamiento del discurso que habrá preparado George Osborne para justificar que su plan de austeridad no esté funcionando.