Mario Monti recibió ayer al presidente francés, François Hollande, en Villa Madama, en Roma. :: REUTERS
Economia

Francia e Italia presionan al BCE para que ayude «a quien hace los deberes»

Hollande desvela que los socios podrían encontrar «soluciones» para España y Grecia en la cumbre de octubre

BRUSELAS. Actualizado: Guardar
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Francia e Italia reclamaron ayer al BCE que reconozca los esfuerzos de los países que «hacen los deberes en casa» y les ayude a romper el cerco de los mercados. En una comparecencia conjunta enmarcada en el maratón diplomático que afrontan tras las vacaciones los principales líderes europeos, François Hollande y Mario Monti aumentaron la presión sobre el banco central para que «contribuya» a estabilizar la zona euro. La cúpula del emisor de la moneda única celebra mañana una reunión crucial en la que previsiblemente autorizará una compra limitada de deuda española e italiana si ambos socios se comprometen a seguir con los ajustes.

Acompañados por sus ministros de Economía, Hollande y Monti analizaron en Roma los próximos movimientos de la UE . Los dos líderes, que han demostrado su sintonía desde la llegada del mandatario socialista al poder, insistieron en que el acoso a los bonos españoles e italianos no cuenta con una «justificación económica». Según un estudio del banco central transalpino, los inversores penalizaron al país en agosto con una prima de riesgo de 450 puntos cuando, en realidad, debería haber estado en los 200. Ayer, volvió a cerrar muy lejos de esa cota -428 puntos-, mientras que la española terminó la jornada en los 518.

El primer ministro italiano se apoyó en la falta de coherencia de los mercados para exigir al BCE que actúe de inmediato. A su juicio, el eurobanco no puede cerrar los ojos ante los países que «hacen los deberes en casa», pero no logran rebajar el interés de su deuda por la extremada volatilidad en los parqués. Hollande secundó el llamamiento de su colega al recordar que todas las instituciones europeas, «incluido» el emisor, deben arrimar el hombro para que se recupere la confianza. Debilitado en las últimas encuestas, el líder socialista describió un plan en tres fases para reconducir la situación y devolver a la UE a la senda del crecimiento.

«Estrictas» condiciones

Hollande explicó que la primera etapa debe centrarse en aplicar los acuerdos de la cumbre europea celebrada a finales de junio. En aquella cita, los socios pactaron que el fondo de rescate pueda comprar deuda en los mercados sin exigir recortes adicionales a los países que, como España e Italia, cumplen con la austeridad reclamada por la UE. Con la entrada en escena del BCE, que prometió formar frente común con los mecanismos de emergencia para garantizar el éxito de las adquisiciones, el panorama se complicó porque la entidad quiere que las operaciones conlleven «estrictas» condiciones. Este requisito obligaría a España a pedir un segundo salvavidas que podría deparar nuevos ajustes.

El presidente francés situó en la segunda fase de su plan tanto a España como a Grecia. No dio más detalles, pero aseguró que en la cumbre del 18 y 19 de octubre deberían encontrarse «soluciones» para ambos países. Hasta ahora, el Gobierno de Mariano Rajoy no ha descartado pedir un nuevo rescate, aunque ha subrayado que no se tomaría una decisión hasta conocer más en profundidad la posible intervención del BCE. Una vez encauzada la cuestión española, Hollande reveló que la UE debería volcarse en la unión bancaria, el proceso para crear un supervisor financiero común. Bruselas presentará la próxima semana la propuesta sobre la que negociarán los socios hasta final de año.

Pese a que los mercados tampoco quitan ojo a la unión bancaria por la solidez que aportaría al proyecto europeo, la cita que se espera con mayor impaciencia es la reunión de mañana del BCE. El Bundesbank lleva semanas exteriorizando su firme rechazo, pero parece seguro que la entidad se decantará por reactivar la compra de deuda. Ayer, incluso el consejero alemán en el eurobanco, Jörg Asmussen, justificó su intervención con un argumento muy similar al de Monti. Subrayó que tanto España como Italia soportan un sobrecoste en los intereses de sus bonos por la desconfianza ante el futuro de la divisa única. «En una unión monetaria, estas dudas sistémicas son inaceptables», resumió.

Críticas de Barroso

Asmussen también dejó claro que la compra de bonos no puede llevar a los gobiernos a relajarse con los ajustes. En su reunión de mañana, el BCE deberá aclarar precisamente cómo liberará a los socios del yugo de los mercados sin que ralenticen el ritmo de sus reformas. Muchos analistas, sin embargo, consideran que el encuentro no será concluyente. Se confía en que el presidente del eurobanco, Mario Draghi, arroje luz sobre algunas cuestiones, pero se guarde detalles esenciales a la espera de otras citas. La más próxima sería el martes con la resolución del Tribunal Constitucional alemán sobre el fondo de rescate permanente. Este mecanismo, mucho más potente y flexible que el actual, tendría un papel decisivo para la compra de deuda en paralelo al BCE.

El presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, dio por hecho el paso al frente del banco central. «Por definición, su primer mandato es la propia existencia del euro», proclamó convencido de que la entidad tiene «el derecho a intervenir y reintervenir» si la moneda está en peligro. El líder comunitario defendió la cautela de Draghi ante la falta de disciplina de algunos países que en los últimos años han incurrido en «políticas fiscales irresponsables». En una crítica que sonaba mucho al caso español, lamentó la «falta de supervisión vista recientemente en el sector financiero».