'La Roja invidente' se pronuncia con acento malagueño
El 80% de los titulares del equipo español de balompié a cinco que jugarán las semifinales de los Juegos Paralímpicos procede de la región de la Costa del Sol
LONDRESActualizado:Ráfagas de aire y onomatopeyas. Bocas cerradas en el público. La tensión no puede hacerse pública por vía oral. Mientras, en el estadio se rompe el filo de quietud con indicaciones argentinas. Pero dentro el terreno de juego se escuchan ceceos y finales aspirados. ¿Por qué? Cuatro de los cincos titulares de la selección española de fútbol a cinco para ciegos proceden de Málaga. En la portería defiende Álvaro García, juega de cierre. Alfonso Cuadrado, enseña sus dotes de orientación en la oscuridad. Marcelo Rosado y anota el hiperactivo Antonio Martín, 'el niño'.
¿Qué ha pasado para que el bloque principal llegue desde la Costa del Sol? "Es una casualidad que se junten en el mismo espacio de tiempo muchas jugadores buenos como se habla de la cantera del Barça o la 'Quinta del Buitre' en su día. Ha dado la casualidad de que sea en Málaga y estamos encantados de representar a toda España", explica con desparpajo el goleador. Si bien es cierto que se suman tres representantes procedentes del fútbol de Tarragona, el bloque malagueño forma el frente más visible del equipo que ha alcanzado las semifinales de los Juegos Paralímpicos. "Hemos jugado un par de competiciones y los de Málaga estamos muchas horas juntos y nos conocemos de memoria. Eso en la selección también se nota", señala el guardameta. "No es una ventaja, aunque a la hora de las concentraciones y de entrenar se pierde menos tiempo en hacer hincapié en diferentes cosas porque al ser del mismo equipo la verdad es que lo tenemos asimilado. Pero el grupo ha cambiado poco y en cada concentración lo que hacemos es apuntalar y mejorar lo que había fallado en la competición anterior", añade 'el Niño'.
Las relaciones estrechas y el conocimiento entre los futbolistas no son un rasgo menor en esta modalidad. A las reglas del fútbol sala se añade una limitación del espacio con vallas y los futbolistas invidentes deben portar antifaces que confirmen la total oscuridad que sus retinas envían al cerebro. Solo el portero se libra de la prohibición ocular pero su espacio está limitado a apenas un par de palmos por delante de la línea de gol. Un miembro de cada equipo guía desde su portería con órdenes, así como el entrenador (ambos puestos ocupados por argentinos en el equipo español), al tiempo que el balón cargado de cascabeles incita a los deportistas a golpearlo.
En la grada se ordena absoluto silencio para que los futbolistas se concentren en los sonidos de la pista, las indicaciones de los técnicos, de los guardametas y los avisos de los jugadores de campo para evitar impactar entre ellos. Todo un lenguaje propio en la oscuridad. "De tanto entrenar ya sale solo. Muchas veces no es hablar mucho sino en casos concretos porque puedes hablar mucho o cuando no debes y eso sería negativo. Con pocas palabras se dice mucho", explica el ariete que más veces grita 'Voy' en los encuentros. La ausencia de sonidos enjaula la posible presión de los aficionados. "Nos encanta que haya mucha gente porque como no pueden hablar, como en el tenis, pueden venir 50.000 porque no pueden achuchar y no se nota hasta que cantan gol", revela con gracia el delantero. En realidad, el silencio absoluto es imposible, especialmente cuando la asistencia es de miles de personas como en los Juegos Paralímpicos. "Se nota sobre todo cuando hay una parada o una ocasión la gente no puede evitar el '¡Uy!' y el '¡Gol!'. Ya tenemos muchas tablas y no solo no nos impresiona sino que nos motiva", cuenta el guardameta, el único que puede ver y participar en el juego, aunque en su reducida parcela.
En medio de tanto grito se escapa alguno de dolor. "Antes el fútbol sala era más técnico, pero desde 2008 es judo con balón, la ley del más fuerte. Hay calidad, pero como no tengas físico olvídate", cuenta el 'niño', una estrella acostumbrada a recibir patadas y agarrones mientras caracolea dentro del área. Álvaro García también recibe el fusilamiento a bocajarro con estoicidad. "Si no estás preparado no salgas de portero", zanja. Destacó como guardameta durante sus estudios universitarios antes de que le reclutaran para la selección en el año 2006.
En realidad, es uno de los novatos en una plantilla con integrantes que han sido convocados durante los últimos siete años. "Empecé jugando en el 95 y en el año 1999 debuté con 16 años en la selección... y mira, ¡hasta que me echen!", tercia con guasa Antonio, quien perdió la visión a los cuatro años por una negligencia médica. Ahora es diplomado en Ciencias Empresariales, uno de los máximos goleadores del torneo paralímpico con tres tantos y ya sabe lo que es colgarse una medalla (bronce en Atenas 2004). De momento, ninguno de los dos ha recibido una oferta del jeque del equipo de fútbol de la ciudad andaluza, aunque su equipo el C.D. de Ciegos de Málaga vista con el mismo escudo gracias a un acuerdo. De hecho, Álvaro y Antonio desean tanto el éxito del club de su ciudad en la Liga de Campeones como el de la selección española de fútbol a cinco. Y dan una pista de su aportación: "Malagueños todos, y 'pa'alante'".