La cumplidora de sueños
Ruth Aguilar compitió en dos pruebas de los Juegos Paralímpicos después de varios intentos incompletos de clasificarse para varias disciplinas y una pausa para ser madre
LONDRESActualizado:"Un día estábamos viendo el atletismo de los Juegos Olímpicos de Pekín. Él estaba ya muy malito y le decía 'Padre, yo quiero volver algún día a hacer deporte'. Me respondió 'Yo no sé porque no vuelves ya'. Estábamos viendo lanzamientos y dije 'Quiero volver y hacer eso porque me gusta'". La conversación se produjo entre Ruth Aguilar y su progenitor hace cuatro años. Desde entonces la chica para todo del deporte paralímpico se empeñó en lograr su meta y lo consiguió por dos veces: en Londres 2012 ha disfrutado de la final de lanzamiento de peso y de jabalina. "Él no ha llegado a ver eso, pero lo tengo mucho en el recuerdo y estará muy orgulloso viéndolo desde ahí arriba", reconoce la valenciana.
Lo cierto es que el periplo deportivo de Ruth Aguilar es tan extenso y provechoso que solo el azar impidió su éxito cuando se aproximó a la gloria. Primero fue guardameta de balonmano, con presencias en las categorías juveniles de la selección española, pero un accidente de tráfico la sentó en una silla de ruedas y la alejó de detener balones con el Mislata. Pero la paraplejia no frenó su ímpetu. "Me gusta el deporte la competición y toda discilpina tiene para mí su atractivo. Empecé con la natación, el baloncesto y luego la halterofilia. Luego tuve un parón para ser mámá y lo retomé después de Pekín en atletismo". Dentro de su rápida enumeración de prácticas se oculta que destacó en todas ellas y hasta en dos ocasiones se plantó a las puertas de los Juegos Paralímpicos.
Ningún jarro de agua fría la detuvo. Porque a esta mujer que perdió la movilidad de sus piernas en su juventud y a dos seres queridos en los últimos años nunca le faltó la ilusión por el deporte y lo sigue demostrando a cada momento. "Es un sueño. Tenía dos en esta vida: ser máma y venir a los Juegos. El día de la inauguración, por ejemplo, cuando veía al señor amputado volando hacia la luna llena y lo grababa con mi cámara me parecía irreal y me decía 'Me puedo morir mañana que yo ya soy feliz y he cumplido mis sueños'", recuerda con expresividad. La de Torrent no es una ilusa sino una persona que ha forjado su escala de valores con experiencia extremas. "Ha valido mucho la pena y aquí es donde más cuenta me doy. Durante el camino a veces piensas tirar la toalla porque hay muchos inconvenites para el deporte adaptado", recuerda quien también vio fallecer a su pareja.
En Londres solo le pesa la ausencia de su mayor fan, un valenciano de seis años. "Los niños de su clase tenían que llevar un día algo que fuera significativo para ellos. Unos llevaron un coche, otros una muñeca y él llevó una medalla mía y les dijo 'Es que mi mami va a ir a Londres a las olimpiadas'", cuenta con orgullo. Pero tampoco Ruth está triste, porque en la villa ha suplido a su hijo por el resto de compañeros: "Aquí hago de madre con todo el mundo. Me preocupo de que todos hayan comido, de que no tengan frío, incluso les toco la frente por si tienen fiebre. Me lo dicen muchas veces, que no debería preocuparme tanto, pero ese instinto lo tienes para siempre".
"La condición de mujer y la condición de madre son importantes a la hora de practicar tu deporte y tener más libertad. Llevo mi casa y también la de mi hijo. Tienes que dosificar más y eso influye mucho. Otros compañeros tienen más tiempo libre y yo siempre voy corriendo porque me falta pero también es una emoción fuerte el hecho de que tu hijo te vea y diga 'Mi mami está ahí'. Se puede intentar compaginar ser madre y deportista. Por mucho que sea duro el camino, si uno se cae se puede volver a levantar. Mi objetivo era hacerlo lo mejor posible y ya estoy más que pagada en esta vida", explica Ruth Aguilar.
Mientras, reparte saludos, besos y alegría a todo el que se acerca. "Me dicen que no paro de hablar pero no sé si podré volverlo a vivir y aprovecho cada momento", se disculpa sin que nadie pueda sentirse molesto con su generosidad. La vida ha enseñado a Ruth a disfrutarla según viene. Sin su accidente de tráfico y su lesión medular quizás hubiera formado parte del bronce histórico del balonmano femenino español en Londres. "Había alguna compañera mía en la selección. Me resultó muy emotivo y a lo mejor si mi vida no hubiera ido por un sitio... Igual habría estado allí o no, pero lo habría peleado", piensa en voz alta. Lo cierto es que ha logrado competir dos veces en los Juegos Paralímpicos y dar a luz. Ha cumplido sus dos sueños, esos que proyecta combinar dentro de cuatro años: "En Río espero llevarme a mi hijo y enseñarle todo esto". Nadie podrá convencerla de lo contrario.