Las mamás del biberón
Las llaman egoístas y muchas se sienten culpables por recurrir a la lactancia artificial
MADRIDActualizado:Hace unos meses, una madre amamantando a su hijo en la portada de la revista americana Time generó rechazos y adhesiones viscerales en medio mundo. ¿Dónde estaba la controversia? En el hecho de que la fotografía a toda página mostrara a una joven y atractiva mamá dando el pecho a un niño a punto de cumplir los cuatro años y que, a modo de explicación, el titular dijera: “¿Eres lo suficientemente madre?”. Vicky de los Ríos, de 41 años, se siente indignada con la sola pregunta: “Muchos creen que la calidad de la madre se mide ahora en términos de cuánto tiempo has dado de mamar a tu hijo... Pero yo le di el biberón y no por ello me considero peor madre, ni tengo menos vínculos afectivos con mi hijo. De hecho, somos uña y carne. No sé por qué alimentarle con leche artificial produce alarma; a mí me parece más escandaloso que antaño las familias “bien” tuvieran nodrizas. Y aquel no era un comportamiento estigmatizado”, afirma. Ella, que era consultora independiente cuando nació su pequeño, hace ahora cuatro años, tuvo muy claro desde el principio que no iba a optar por la crianza natural: “No me da ningún reparo admitirlo, no es algo de lo que se deba sentir vergüenza. Simplemente no le di el pecho por razones estéticas y de disponibilidad. A quien piense que eso es una frivolidad, tengo que decirle que he visto cuál es el resultado en algunas amigas, que están deprimidas o que han tenido que recurrir a la cirugía, y eso es mucho peor. Además, con un trabajo sin horario como el que tenía entonces, tampoco me pareció lo más conveniente”, y recuerda la intromisión que sufrió en pleno parto en un hospital de referencia en Madrid.
“Ahora veo que no supe reaccionar, pero, claro, la situación me cogió desprevenida, tenía otras cosas más importantes en las que pensar, como concentrarme en dar a luz... El caso es que estando en el quirófano, donde además del ginecólogo y la matrona, había un grupo de médicos residentes que previamente me habían pedido autorización, de repente apareció una mujer, a la que nadie había “invitado”, y me espetó: “Creo que no quieres darle el pecho a tu hijo. ¿Por qué?”. Yo me quedé tan descolocada, mientras seguía haciendo esfuerzos para que naciera mi bebé, que no supe qué responder, así que ella resolvió: “Luego hablamos”. “Cuando ya tenía a mi niño en los brazos, y todavía sin levantarme de la camilla, le pregunté a mi ginecólogo quién era aquella señora y me dijo que se trataba de la pediatra, que vendría a hablar conmigo antes de que me dieran la pastilla para que no me subiera la leche. Mi marido y yo nos quedamos estupefactos. Yo le respondí que no había visto a aquella mujer en mi vida, ni había pedido hablar con ella y que me consideraba lo suficientemente adulta como para tomar mis propias decisiones”, continúa Vicky, quien considera que se somete a una gran manipulación a las mujeres con el tema de la lactancia.