Cavernícolas

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Cuando vivíamos en cuevas, los varones de aquel tiempo creían que las mujeres eran preñadas por los espíritus. Los hijos eran reconocidos por el ‘compañero’ de la preñada, por más que hubiera mantenido relaciones con otros compañeros. Un día descubrieron que existía la paternidad y nosotras fuimos condenadas a ser un objeto precioso para ‘su proyección biológica’, comenzamos a ser propiedades y eso que aún hoy colea cuando un tipo suelta aquello de «la maté porque era mía».

Pero que existan tipos en este siglo de viajes a Marte y nanotecnología, que aseguren, sin rubor, «si se trata de una violación legítima, el cuerpo de una mujer tiene mecanismos para cerrarse del todo». ¡Leches! Primero, ¿qué cosa es una violación legítima? El débito conyugal obligatorio; las relaciones forzadas por los conquistadores en tiempos de guerra; la pura necesidad de sentirse superior y dueño de otro, otra en este caso; el precio pactado con una prostituta; el padre que abusa de su hija o hijas porque son de su propiedad… Este señor no se percató de que el nominativo ‘violación’ contradice al adjetivo ‘legítima’. Y segundo ¿dónde demonios están esos ‘mecanismos’? Porque nos hubiéramos evitado una pasta en anticonceptivos. Eso lo suelta un tipo blanco, un congresista estadounidense llamado Akin, el mismo que a buen seguro se escandaliza cuando los imanes culpan a las mujeres violadas de sus territorios por adulterio. En ambos casos, cavernícolas con el pensamiento mágico, que no lógico, de atribuir como verdades sus propias excrecencias mentales.

Y todo para prohibir el aborto. ¿Se dan cuenta de que pretenden a estas alturas seguir siendo los dueños de los úteros femeninos? ¿Será por envidia? ¿Por pánico? ¿Por inseguridad? O se trata tan sólo de esa nueva oleada de fundamentalismo que recorre occidente como si sintiera envidia de los fundamentalismos de oriente. En ambos casos, siempre recaen sus ‘leyes de dominio y castigo’ sobre las mujeres. Sobre todo si no tienen medios económicos para saltarse las fronteras; como sus parejas varones se las saltan para esconder los dineros robados.

De donde deduzco que una gran mayoría de varones en este mundo que es capaz de llevar un robot a Marte aún se encuentra en al aturullado estado mental de un cavernícola a quien le queda grande el misterio de la vida. Vale ahora se reúnen a tomar té, incluso tratan de ‘razonar’ argumentando estupideces como esos ‘mecanismos’ que poseemos las mujeres para ‘cerrar nuestro cuerpo’ y no quedar embarazadas. Casi los prefería en torno a una hoguera y lanzando huesecillos al suelo para adivinar el destino.

Digo yo si no podríamos enviar a tanto fundamentalista inseguro a Marte para conocer las leyes del Universo, algo que se les da de maravilla.