ALGO ESTÁ CAMBIANDO

Cierto que es muy pronto para hacer cualquier tipo de análisis. Cierto que apenas llevamos dos semanas de competición y una eliminatoria de la Copa del Rey. Cierto que Alessandro Gaucci apenas ha hecho méritos para que muchos ya lo paseen por Cádiz como el hombre que ya nos ha llevado a Primera. Cierto que el italiano se deja querer por la afición y tiene pinta de calar hondo en la masa social cadista, que por otro lado está como loca por encontrar a un líder al que seguir. Cierto que Alberto Monteagudo aún no ha empatado con nadie para que algunos lo vean ya como el mismísimo Pep Guardiola. Pero tan cierto es todo lo anterior como que este año, con un equipo netamente inferior al del pasado curso, algo está cambiando. Y lo que es más importante. Lo que se percibe como nuevo, como cambiante, se percibe dentro del terreno de juego, donde las cosas salen pese a no hacer méritos suficientes para conseguirlas.

Pasó el miércoles de la pasada semana en Copa del Rey ante el San Roque de Lepe. El Cádiz se tocó el pirindolo (Schuster dixit) durante prácticamente todo el partido y cuando faltaban poco menos de cinco minutos para el final, le dio la vuelta al marcador para delirio de los presentes y de los que a esa misma hora ya enfilaban hacia casita para ver la vuelta de la Suercopa de España entre Real Madrid y Barcelona. Al final, y como estaba mandado, éxtasis en Carranza cuando poco antes se presagiaba la primera tormenta de la temporada. Pues bien, la suerte ha seguido dando la cara al Cádiz este mismo sábado en Bahía Sur, donde se empató con un jugador menos y tras ver como el San Fernando estrellaba un balón en la madera y Aulestia salvaba los muebles en el descuento a disparo de Carrión. No quiere decir mucho todo esto. Tal vez nada. Cierto es que todo acaba de empezar, pero me da que este año -toco madera- todo saldrá de cara.