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ESPAÑA

Cataluña, entre la cartera y la 'senyera'

Artur Mas alienta el sentimiento soberanista como medida de presión para lograr una Hacienda propia La Generalitat exige el pacto fiscal a la vez que pide ayuda financiera al Estado central

CRISTIAN REINO
BARCELONA.Actualizado:

Artur Mas bautizó hace 20 meses la novena legislatura de Cataluña como la del inicio de la transición nacional hacia el derecho a decidir. El presidente de la Generalitat puso como principal objetivo de su mandato la consecución de un pacto fiscal, similar al concierto vasco, como primera estación de su viaje a Ítaca. Sin embargo, hasta la fecha, cuando Mas está cerca de cumplir su segundo año como mandatario, la cruda realidad de la crisis le ha permitido pocos lucimientos nacionales y los elementos que quedarán en el recuerdo de esta primera mitad de la legislatura serán los recortes, la petición de rescate y el resultado de la negociación del concierto económico.

Mariano Rajoy y Artur Mas se reunirán el 20 de septiembre para tratar de acercar posiciones sobre el pacto fiscal. La cita llegará marcada por la delicada situación financiera de la Generalitat y por los ecos que deje la marcha independentista de la Diada del 11 de septiembre, que contará con todo el apoyo de Convergència i Unió.

Así, el Gobierno nacionalista se envolverá en la 'senyera' para exigir en la cita de la Moncloa una Hacienda propia, para tener el control absoluto de todos los impuestos que pagan los catalanes, y al mismo tiempo se verá obligado a acudir al fondo de liquidez autonómico, porque no puede hacer frente a los vencimientos de deuda. Fuera de Cataluña puede ser visto como una paradoja, no así dentro de la comunidad.

Los datos que pone sobre la mesa el Ejecutivo regional son que Cataluña pierde todos los años 16.000 millones que se van a Madrid y no regresan, es decir, que la Generalitat padece un déficit fiscal del 8,4% del PIB, que le ahoga y asfixia financieramente de forma estructural y que con otro sistema de financiación más justo no se vería obligada a pedir 5.000 millones. Estas son las cifras que Mas le mostrará a Rajoy. Pero ahora el PP tiene mayoría absoluta en el Congreso y los diputados de CiU ya no son decisivos para garantizar la gobernabilidad de España como en el pasado.

Hacienda tiene la llave del grifo financiero y hoy por hoy las autonomías bailan a su ritmo. Incluida Cataluña, cuyas demandas soberanistas a corto plazo, sobre todo el pacto fiscal, podrían haber tropezado con la economía. Y es que Mas se encontrará el 20 de septiembre con el problema de que a quien le tiene que reclamar un concierto económico es al tiempo quien le tiene que prestar 5.000 millones.

De entrada, su margen de negociación en estos momentos está algo debilitado. Por eso juega la carta de la deriva independentista. Agitar el fantasma de lo que viene -y en la Diada se prepara una de las mayores manifestaciones de la historia de Cataluña- puede atemorizar a Rajoy, que, con los mercados mirando con lupa a España, no le interesa que los frentes territoriales de Euskadi y Cataluña estén muy enconados. «Es el arma que tiene CiU, su único punto fuerte, alimentar el fantasma, porque depende económicamente de Madrid», afirma Ferran Requejo, catedrático de Ciencias Políticas en la Pompeu Fabra.

Mejor sin España

No obstante, hay quien cree que la petición de ayuda financiera podría no ser un obstáculo para las pretensiones identitarias de la Generalitat, en este caso las que miran a largo plazo. Más bien todo lo contrario.

«Con el rescate, Mas ha conseguido extender el pensamiento de que la situación económica en Cataluña es atribuible al Gobierno central y a lo que desde la Generalitat llaman la inadecuada relación entre Cataluña y España», afirma José Luis Álvarez, doctor en Sociología por la Universidad de Harvard y profesor de la escuela de negocios INSEAD, en París. Considera que CiU puede estar usando la circunstancia del rescate para «acelerar sus planes soberanistas» porque la tesis de que el problema de Cataluña se llama España «ha calado de manera irreversible». Tanto Ferran Requejo como José Luis Álvarez coinciden en que Mas recibirá un rechazo en Madrid a su petición de una agencia tributaria propia, lo que abocará a Cataluña a un adelanto electoral en 2013, en el que CiU se presentaría con un programa más ambicioso desde el punto de vista soberanista.

«De momento -afirma Requejo-, Mas apuesta por la vía del pacto fiscal. Pero cuando llegue el portazo, como ocurrió con el Estatut, el Govern podrá decir a su electorado que lo intentó, y así se cargará de razones, sobre todo en el ámbito internacional, para decir que el acuerdo con el Gobierno central es imposible y que no le queda otra que radicalizar su posición. La lógica apunta a que tarde o temprano no tendrá más remedio que hacer una radicalización hacia una posición, si no independentista, casi», señala.

«A Mas no le importará fracasar en la negociación mientras lo sepa gestionar en términos de imagen», mantiene Álvarez. A su juicio, en la próxima legislatura apostará por algún «empuje hacia la independencia» y el objetivo será el referendo».