Angola vota resignada a la continuidad del presidente entre el descontento social
Actualizado:Los portugueses se lo llevaron todo. Los barcos que zarparon de Luanda en 1975 transportaban a los colonos y sus pertenencias de regreso a la metrópoli. Las naves parecían ciudades flotantes, según relata el periodista Ryszard Kapuscinski, testigo de la independencia de Angola. Tras de sí, dejaban una guerra de liberación que pronto se mudaría en civil y provocaría más de un millón y medio de muertos. Los combates cesaron hace solo diez años y los lusitanos han vuelto, empujados por la crisis económica que sufre su país. Ya residen unos 100.000 en el Estado africano, convocado ayer a las urnas.
Las terceras elecciones parlamentarias no parecen destinadas a cambiar el rumbo de una de las potencias emergentes del continente negro, a pesar del clima de descontento existente. Las previsiones apuntan una nueva victoria del presidente José Eduardo dos Santos, en el poder desde hace 33 años y miembro del Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA), al frente del país desde la creación de la república.
La mayor incertidumbre radica en las dimensiones del triunfo gubernamental, la reacción de la oposición y la posibilidad de que el tradicional bipartidismo resulte superado por la aparición de un tercer candidato, Abel Chivukuvuku, líder de la coalición CASA, y adalid de la lucha contra la flagrante malversación de fondos públicos.
Con el lema 'Crecer más, repartir mejor', ha intentado responder a la contradicción entre el crecimiento económico experimentado y la realidad social, marcada por el desempleo y la miseria. El territorio es el segundo exportador de petróleo de África, pero la mitad de su población subsiste bajo el umbral de la pobreza, más del 60% carece de electricidad y el 45% de los menores sufre desnutrición crónica.
El progreso tampoco implica la constitución de un verdadero Estado de Derecho. La limpieza de los comicios ha sido cuestionada por la Unión Nacional para la Liberación Total de Angola (UNITA), el principal grupo opositor encabezado por Isaias Samakuva. Pero su credibilidad también aparece en entredicho. Ambas formaciones monopolizan la vida política del país desde hace tres décadas.