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Mohamed Mursi conversa con el exministro de Exteriores iraní, Ali Akbar Velayati, ayer . :: AFP
MUNDO

Duras palabras de Mursi contra El- Asad en la cumbre de los No Alineados

El presidente egipcio provocó la ira de la delegación de Damasco al calificar de «opresor» al mandatario sirio

PAULA ROSAS
EL CAIRO.Actualizado:

Mohamed Mursi aterrizó ayer en la cumbre de los Países No Alineados de Teherán asestando una de cal y otra de arena. El presidente egipcio desafió a sus aliados tradicionales, especialmente a Washington, con su presencia en la capital iraní, la primera de un jefe del Estado egipcio en más de 30 años. Pero también retó y amonestó a su anfitrión con unas duras palabras contra Bashar el-Asad, del que el país persa es un aliado clave. El régimen «opresor» de El-Asad ha perdido su legitimidad, dijo Mursi, quien pidió a los asistentes que apoyen «la lucha de los que piden libertad y justicia en Siria».

Las palabras del mandatario egipcio provocaron la ira de la delegación de Damasco, encabezada por su primer ministro, Wael Nader al-Halqi, que abandonó la sala de conferencias durante el discurso a modo de protesta. Mursi llegaba a Teherán con una propuesta de paz bajo el brazo, una iniciativa que busca que los países de la región recuperen el protagonismo en la resolución de conflictos, después de que los intentos de la ONU hayan fracasado en parte por la oposición de China y Rusia. Entre sus propuestas está la creación de un grupo de contacto de cuatro países con peso y conexiones en la zona -Arabia Saudí, Irán, Turquía y el propio Egipto- que puedan buscar soluciones y que tengan vías de comunicación con todos los implicados.

Pero el discurso de Mursi no daba ayer lugar a equívocos: Bashar el-Asad debe marcharse. El presidente egipcio es uno de los primeros productos de las revueltas populares de la 'primavera árabe', y ayer aseguraba que es «una obligación moral» apoyar al pueblo sirio en su lucha contra el régimen. El islamista pidió que se apoye «la transferencia de poder a un sistema democrático», que evite que el país «caiga en una guerra civil o sea dividido por enfrentamientos sectarios».

Si Mursi «castigó» con su discurso al régimen de los ayatolás por su apoyo incondicional al Gobierno de Damasco, también defendió su derecho a utilizar energía nuclear con fines pacíficos. Esta es una de las grandes reivindicaciones de Teherán, que le ha valido sanciones internacionales debido a las sospechas de que dentro de su programa nuclear incluya la fabricación de armas.

Más «transparencia»

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, otro que ha recibido críticas por parte de Washington y Tel Aviv por su presencia en la cumbre, pidió ayer a Irán más «transparencia» en su programa nuclear y le conminó a respetar las resoluciones del organismo internacional que le piden que lo detenga. «Nuestro lema es energía atómica para todos, y armas nucleares para ninguno», respondió el ayatolá Ali Jamenei, líder supremo de la república islámica, en su discurso de inauguración.

Pese a las amonestaciones que Teherán recibió públicamente, la presencia en la capital iraní de más de 120 jefes de Estado o titulares de Exteriores, además de otras 17 naciones observadoras, supone un tremendo éxito para el régimen iraní. Independientemente de las sanciones, pudo demostrar que no está tan aislado como pudiera parecer.

Las palabras y la presencia de Mursi ayer en Irán, país al que ha transferido la presidencia del Movimiento de los Países No Alineados, han servido de prueba gráfica de la nueva política exterior que quiere impulsar el presidente egipcio, más independiente y equilibrada en sus relaciones con otros Estados. Solo pasó unas horas en la capital persa y no tuvo encuentros bilaterales con sus autoridades, pero su sola visita -la primera de un jefe de Estado egipcio desde la revolución de 1979- ya se ha interpretado como un indicativo de un relativo deshielo de las relaciones entre ambas naciones.