Dos cazas holandeses obligan a aterrizar a un avión de Vueling
El aeropuerto de Ámsterdam lanzó una alarma de secuestro tras perder el contacto con el aparato
Actualizado:Todo apuntaba a un posible secuestro. Por lo menos así lo creyeron ayer las autoridades del aeropuerto de Schipol, en Ámsterdam, para activar el protocolo de alarma. El avión, perteneciente a la compañía de bajo coste Vueling y procedente de Málaga, había perdido el contacto con la torre de control y realizó una maniobra poco usual de aproximación a la tierra. Las alarmas saltaron entonces de inmediato y dos cazas F-16 fueron enviados al momento para interceptar el aparato y obligarlo a aterrizar. Dos horas después, las dudas quedaron despejadas al comprobarse que solo se trató de «un error de comunicaciones».
«No sabíamos nada de lo que ocurría en el interior del avión. Debíamos tomárnoslo muy en serio y eso fue lo que hicimos», explicó un portavoz de la gendarmería holandesa. La reacción, sin embargo, la consideró desmesurada la aerolínea española, que aseguró que el aeródromo «sobrevaloró» el fallo en las conexiones. Lejos de vivirse escenas de pánico, la situación en el interior del avión era «relajada». Así lo describió una mujer que, al igual que el resto de pasajeros -183 en total- se vio obligada a permanecer dentro del aparato hasta que las fuerzas de seguridad verificaron que no había ninguna amenaza.
La tensión de la que resultó testigo el vuelo 8366 de Vueling puede que se viera contagiada por la terminal C de Schipol, que ayer fue «evacuada como medida de precaución» tras el hallazgo de una bomba de la Segunda Guerra Mundial durante unas obras. «Esto tendrá un impacto fuerte. Podemos aparcar los aviones en otro sitio, pero en algún momento se producirán cancelaciones y retrasos», explicó una representante del aeropuerto, al tiempo que detalló que un equipo de artificieros se disponía a examinar el objeto. La terminal C es vital en el aeródromo -el quinto más concurrido en Europa- ya que se utiliza para vuelos que se dirigen a países del espacio Schengen.
La localización del artefacto explosivo ha sido un ingrediente más en una semana marcada por este tipo de descubrimientos. La madrugada del martes, 2.500 personas tuvieron que abandonar sus casas en la ciudad alemana de Múnich al detectar en un solar del barrio de Schwabing una bomba de 250 kilogramos.
Evacuaciones por bombas
Los equipos de emergencia germanos procedieron a desalojar a todos los habitantes en un radio de 300 metros tras comprobar que el aparato podía «estallar en cualquier momento». Pese a haber transcurrido casi siete décadas desde el fin de la guerra, el detonador se encontraba activo. Finalmente, y ante la imposibilidad de desactivar la bomba después de varios intentos, la Policía procedió a detonarla de forma controlada. Como resultado, solo se reportaron incendios de menor consideración y la rotura de algunas ventanas.
Distinto fue el desenlace en Varsovia, la capital de Polonia. El artefacto encontrado, de unas dos toneladas y avistado también el martes durante las obras de la nueva línea del metro, pudo ser neutralizado por los artificieros. La bomba, lanzada por la aviación nazi en 1943, permanecía clavada en el subsuelo de una céntrica zona de Varsovia, según precisaron los ingenieros del Ejército polaco. Aunque 3.000 personas resultaron desalojadas, así como importantes edificios, entre ellos la sede del Banco Central de Polonia, los ciudadanos procedieron con absoluta normalidad. Y es que ya se vienen acostumbrando a este tipo de operaciones desde que el pasado febrero fuera localizado un artefacto explosivo de 1,5 toneladas y a mediados de agosto otro de 300 kilogramos.