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El presidente egipcio Mohamed Mursi saluda al presidente iraní Mahmoud Ahmadineyad. / Efe
ANÁLISIS

Irán, los 'No Alineados' y la región

La Cumbre celebrada en Teherán es calificada de anacrónica y prescindible pero no deja de tener su relevancia por tres motivos fundamentales

ENRIQUE VÁZQUEZ
MADRIDActualizado:

La décimo sexta cumbre del 'Movimiento de los Países no Alineados' abierta esta mañana en Teherán con un discurso del líder iraní y 'Guía' de la Revolución, Alí Jamenei, está siendo descrita estos días como anacrónica y prescindible. Y lo es porque el gran movimiento no alineado murió con Nasser, Tito y Nehru, pero no deja de tener relieve y merece atención por tres cosas:

a) La decisión del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, de asistir a la apertura y pronunciar un discurso ignorando presiones de peso.

b) La evolución del contencioso Irán-Estados Unidos-Israel a cuenta del programa nuclear iraní.

c) La presencia en Teheran del nuevo presidente egipcio, Mohamed Mursi.

El secretario general decidió viajar por la buena razón de que, como subraya estos días la propaganda iraní, los países técnicamente afiliados reúnen a más de la mitad de la población del mundo y, en teoría, son un centenar y medio… aunque hasta la agencia iraní Fars utiliza hoy escribe que ese es el número de los Estados formalmente miembro del Movimiento de los No Alineados, y recuerda que casi cincuenta están, sin embargo, representados al más alto nivel: jefes de Estado, primeros ministros o ministros de Exteriores.

Se ha escrito que Washington había indicado a Ban que sería inapropiada su asistencia, pero nunca, que se sepa, hubo una petición pública o una oposición oficialmente expresada al respecto. Una precaución que no tuvo el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien viéndose desatendido en su petición, hizo publicar la carta que le había escrito para decirle al secretario general que su viaje a Teheran era un gran error…

Norteamericanos y egipcios

Es sabido que los Estados Unidos, con moderación formal pero gran resistencia de fondo, están rehusando respaldar lo que parece un deseo israelí (más específicamente del primer ministro, pues en el país hay, según los sondeos, más oposición que aprobación) de lanzar un ataque aéreo preventivo contra las instalaciones atómicas iraníes.

En el contexto pre-electoral en los Estados Unidos y tras el reciente viaje del candidato Romney a Israel el asunto se ha exacerbado en términos informativos. Pero, del mismo modo que los palestinos están modulando su petición de reconocimiento por la ONU en función de la elección para no poner dificultades a Obama, los israelíes también manejan el calendario a su conveniencia. Alí Jamenei, naturalmente, aprovechó su discurso de apertura esta mañana para denunciar las “amenazas” y reiterar que Irán nunca fabricará armas nucleares, aunque seguirá con su programa atómico, presentado como civil y pacífico.

Entre los oyentes estaba nada menos que el presidente egipcio. Mohamed Mursi, que se ha impuesto rápidamente (y contra pronóstico) a los militares en su país y cuyo viaje es una decisión llena de significado: nunca un jefe de Estado egipcio visitó Teherán desde la revolución iraní de 1979 y en El Cairo no han perdonado que el régimen revolucionario rotulara una calle de la capital con el nombre (Jalid Islambuli) del oficial yihadista que asesinó al presidente Sadat en 1981. Este asunto debe ser resuelto antes de cualquier normalización y puede suponerse que si Mursi ha viajado, dispone de algunas seguridades al respecto.

La evolución regional

Es, pues, en el escenario internacional (contencioso nuclear) y en el puramente regional (reconciliación con Egipto y crisis en Siria, donde Teherán y El Cairo discrepan, con Mursi asumiendo la necesidad de que Assad abandone) en el que la conferencia de los No Alineados tiene interés y provee un campo para las novedades o las noticias. Incluso con independencia del comunicado final, que los ministros de Exteriores ya han puesto a punto y negociado hace días, según es costumbre en estos eventos.

Nótese que pesos pesados de la zona están en Teherán, como el primer ministro iraquí, el shií Nuri al-Maliki, con estrechos vínculos con los iraníes, o el hijo del rey saudí, Abdulaziz bin-Abdullah, viceministro de Exteriores pero ministro de hecho por la enfermedad – que empieza a inquietar – del titular, Saud al-Feisal o nada menos que el emir de Qatar, Hamad al-Thani, cuyo papel ha sido clave en los cambios en Libia y tiene un rol central, junto a Turquía y Arabia Saudí, en la crisis siria.

Que alguien pretenda que Qatar (que alberga la mayor base aérea de los Estados Unidos en la crucial región, la de Obeid) o Arabia Saudí son países no alineados justifica que se mencione la afiliación como puramente nominal. Pero también aquí se percibe la importancia diplomática y funcional de la cumbre: una ocasión de oro para moderar y mejorar la tensa relación entre Irán (el paradigma shií en auge) y sus vecinos occidentales (los árabes sunníes, viejos adversarios de los persas). A día de hoy es una noticia en toda regla ver charlando apaciblemente al presidente Ahmadineyad y el emir al-Thani… y eso se vio esta mañana en Teherán…